sábado, 6 de diciembre de 2014

Hay muchas formas de entorpecer la labor de la justicia

Nuestros políticos siguen considerándonos como a auténticos estúpidos y por eso siguen más empeñados en defender su statu quo que en trabajar de verdad para resolver nuestros problemas. Ellos tienen muy claras sus prioridades: mantenerse en el puesto como sea y a ese fin sacrifican todo lo demás.
El PP y el PSOE están preocupados por la fuerza con la que ha irrumpido en la política española el partido de Pablo Iglesias, Podemos, pero muestran una total falta de ideas para combatir a un partido que es especialista en hacer diagnósticos pero que no tiene ideas viables para curar las enfermedades.
Los dos grandes problemas de la sociedad española son el paro y la corrupción. En cuanto al primero, ni el PP, ni el PSOE saben qué medidas tomar para reducir el desempleo a niveles razonables y en lo que respecta a la corrupción, se empeñan en disimular la que afecta a su partido señalando insistentemente la que afecta al partido rival.
El espectáculo protagonizado hace unos días en el Congreso por Rajoy y Pedro Sánchez arrojándose los casos de corrupción a la cabeza fue lamentable y dejó patente que ninguno de los dos quiere acabar de verdad con esa lacra de nuestra política que nos ha arruinado económica y socialmente.
La última ocurrencia, por no llamar tomadura de pelo, del gobierno es limitar la duración de las instrucciones bajo el paraguas de luchar contra la corrupción. Con esa excusa, lo que buscan en realidad es limitar las investigaciones de los jueces, que deberán reducir el alcance de sus pesquisas para poder sacar adelante alguna parte sacrificando lo demás para evitar superar los plazos fijados. Las instrucciones serán más deficientes, aumentando las posibilidades de que los errores durante la fase de instrucción malogren el resultado final del proceso. Y, por fin, aumentarán las prescripciones, que es el objetivo de las prácticas dilatorias de muchos abogados, ante la imposibilidad de defender de otra forma a sus clientes.
Si de verdad quisieran luchar contra la corrupción, si desearan que los procesos no se eternizaran, si tuvieran como objetivo que la jusiticia condenara a los culpables de corrupción de manera rápida y efectiva, en lugar de limitar por ley la duración de la instrucción, buscarían el mismo efecto dotando de medios a la justicia, dando apoyo a los jueces que instruyen causas con decenas o centenares de imputados (Gürtell o los EREs) y que no reciben ningún apoyo para desarrollar un trabajo que les exige un esfuerzo titánico.
Pero no hacen eso, ni hablar, se quejan, hipócritamente, de que la instrucción se prolonga demasiado los mismos que congelan las plazas de jueces, que mantienen a los juzgados con los mismos medios que en el siglo pasado y que, en definitiva, no toman una sola medida para modernizar y agilizar la justicia.
Un dato que ejemplifica muy bien todo lo dicho es que en España hay 11,2 jueces por cada 100.000 habitantes, mientras que la media en Europa es de 21.
No es necesario añadir nada más, si acaso, que hay muchas formas de entorpecer la labor de la justicia.

domingo, 9 de noviembre de 2014

9N

Yo soy de los que creen que es necesario hacer una consulta en Cataluña para conocer el alcance del problema que los políticos catalanes han puesto en el primer lugar de los intereses de los catalanes, cuando estoy seguro de que hay muchas personas en Cataluña a las que, más que la independencia, lo que les preocupa es llegar a fin de mes, dar de comer a sus hijos tres veces al día, encontrar un tarbajo digno, no ser explotadas por empresarios sin escrúpulos, tener una asistencia sanitaria decente...
Soy partidario de organizar una consulta, pero una consulta legal, democrática y con todas las garantías. Me parece indignante que Mas y los partidos independentistas ofrezcan a sus ciudadanos este sucedáneo del 9N. Me parece una gran falta de respeto a los catalanes, a todos los catalanes, a los partidarios de la independencia y a los que no lo son, que también tienen sus derechos aunque nadie parece acordarse de ellos, que organicen una consulta sin censo, sin ninguna garantía democrática, lo que quitará toda validez a lo que salga de esas urnas tramposas que han decidido instalar abusando de la buena fe de muchos independentistas e ignorando a los que no lo son.
La independencia de un país es una cosa demasiado seria, que tiene muchas implicaciones de todo tipo: sentimentales, económicas, culturales... como para actuar con tanta ligereza y frivolidad.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Podemos. ¿Quién puede?

Parece que todo empezó hace unos años cuando, durante los gobiernos de Zapatero, algunos comenzaron a desprestigiar lo que había sido considerado por todos y en todas partes un gran logro de todos los españoles: la transición, el paso de una dictadura a una democracia parlamentaria de manera pacífica y ejemplar.
En esos años empezaron a alzarse la voces que decían que la transición se había hecho sobre el silencio de las víctimas: los perdedores de la guerra civil y los represaliados y asesinados por la dictadura, y, con el aliento bienintencionado e ingenuo Zapatero, comenzó lo que se dió en llamar la recuperación de la memoria histórica.
Al tiempo comenzaron los ataques a la Constitución del 78 y, de manera destacada, a la jefatura del estado. La monarquía volvía a estar entredicho con el pueril argumento de que una gran parte de los españoles no había tenido ocasión de votar la constitución y, por tanto, no había podido elegir entre monarquía y república. A esto se unía una batería de pseudoargumentos como que en el 78 se había votado con miedo a una vuelta a la dictadura y, por tanto, sin libertad; de modo que la constitución carecía de valor suficiente como garante de nuestra forma de estado.
Con la colaboración inestimable del entonces rey Juan Carlos I, el asedio a la corona llegó a su punto culminante y terminó con la abdicación. Se había superado otra etapa y ahora los republicanos, conscientes seguramente de que a corto plazo no es posible conseguir otra abdicación, han vuelto a un discreto segundo plano.
Tampoco se habla apenas ya de la memoria histórica y la reforma de la constitución parece un tema olvidado, salvo para usarlo como mantra por los socialistas como si fuera la fórmula mágica para solucionar el problema de Cataluña.
Pero como la historia sigue su curso y ésta no es producto de la casualidad, nos encontramos ahora en un momento crucial para España: el más que posible fin del actual régimen.
El gran problema de España no es Cataluña, que es un gran problema, pero que se podría solucionar, como tantas cosas en este país, con una mínima colaboración entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, a los que ayudarían, sin duda, otros minoritarios como UPyD o Ciudadanos. El gran problema es la descomposición del PP y el PSOE que están viendo cómo su capacidad de influencia en la mayoría de los ciudadanos se está disolviendo, cada vez a más velocidad, en el ácido de su propia corrupción que, por mucho que repitan que se trata de casos aislados, es estructural.
Con una crisis profunda y tan prolongada en el tiempo como la que estamos sufriendo desde 2007; con los millones de parados que se ha cobrado; con las recetas aplicadas para combatirla, que ha metido de lleno en la pobreza a capas de la sociedad que se creían al abrigo de la misma y que ha dejado diezmada a la clase media española; era solo cuestión de tiempo que apareciese un salvador que, en España, tendría que ser de izquierdas. Y ya ha aparecido. Con un líder que hace dos años era un perfecto desconocido para la mayoría de los ciudadanos, un gris profesor universitario que se movía en los márgenes de la política española defendiendo a los nuevos regímenes bolivarianos de hispanoamérica, aparece una formación de aluvión unida por la argamasa del descontento, la condena a los partidos tradicionales que no han sabido dar una respuesta a los ciudadanos ante la terrible crisis y el asco por una corrupción que parece haber calado hasta los tuétanos de partidos y sindicatos.
Pablo Iglesias se convierte en un líder de masas gracias a la cobertura que le ofrecen las cadenas de televisión, Cuatro y La Sexta, que mantienen una línea editorial progresista a pesar de que ya no pertenecen a sus fundadores.
Es entendible que esas cadenas quieran cubrir ese espectro de la sociedad que se ve más indentificado con ideas progresistas. Tienen sus audiencias y eso es lo que cuenta para un medio de comunicación.
El caso es que esas cadenas que en ningún momento dieron (ni dan actualmente) ni la décima parte de cobertura a los nuevos partidos que empezaban a surgir: UPyD y Ciudadanos, por ejemplo, regalaron horas de televisión a Pablo Iglesias hasta convertirlo en el fenómeno político que es actualmente.
Es cierto que sin la crisis, las medidas que el PP ha aplicado para combatirla y la corrupción que asola a los dos grandes partidos, Pablo Iglesias no dejaría de ser un personaje pintoresco en los debates televisivos, pero, en ese caldo de cultivo, parece haberse convertido en una alternativa de gobierno.
Llegados a este punto podríamos hacernos algunas preguntas. ¿Por qué afloran ahora casos de corrupción por todas partes, cuando los manejos ilegales se remontan a muchos años atrás? Hay una respuesta evidente: la policía, la guardia civil y los fiscales son los que investigan y ponen las pruebas en manos de los jueces. En efecto, pero ¿quién proporciona el hilo del que tiran los investigadores para llegar, precísamente ahora, a la madeja de la trama?
¿Por qué a pesar de que Podemos tiene unos planteamientos declaradamente antisistema y de que no disimula su poco cariño a la economía de mercado sigue recibiendo, y gratis, una amplísima cobertura por parte de las ya citadas cadenas de televisión, cuyos dueños no parecen ser unos amantes de la revolución, ni bolivariana, ni de ningún otro tipo?
A mí se me ocurren unas pocas respuestas a estas preguntas y todas ellas son muy inquietantes.

domingo, 19 de octubre de 2014

Kike Figaredo y su opinión sobre su primo Rodrigo Rato

El prefecto apostólico de Battambang, el gijonés Kike Figaredo, es una persona admirable que está haciendo una gran labor en Camboya. Es difícil no sentir admiración por este hombre cuando se ve lo que ha hecho por los mutilados por las minas antipersona y su empeño en eliminar su uso. Por eso resulta más triste y doloroso leer unas declaraciones suyas en el diario La Nueva España de hoy sobre su primo Rodrigo Rato.
En demasiadas ocasiones los obispos españoles hacen declaraciones polémicas más a tono con su ideología política que con su magisterio. Los católicos españoles, sobre todo los que no tienen unas ideas políticas conservadoras, están acostumbrados a separar el grano de la paja, es decir, a distinguir entre las opiniones políticas de la jerarquía católica de España de los dogmas de su fe.
Sin embargo, las opiniones vertidas por Kike Figaredo en la entrevista citada más arriba se hacen muy difíciles de digerir, por mucha voluntad que se ponga.
Dice Kike Figaredo que su primo Rodrigo Rato es una gran persona que les ha ayudado mucho en su causa y que fue quien promovió la ley para que España prohibiera la fabricación de las minas antipersona. Dice que es un gran trabajador, que se encuentra destrozado con lo que está ocurriendo y, opina el obispo, que es una especie de chivo expiatorio y que hay un ensañamiento social con él.
Qué triste resulta leer estas cosas de una persona de la que se supone que se siente unido a los que más sufren, una persona que sin duda tiene formada una recta conciencia que no solo le permite sentirse inclinado a la caridad, sino que le permite reconocer la injusticia social.
No sé si Kike Figaredo sabe que su primo, Rodrigo Rato, además del uso de su propia tarjeta opaca, como máximo responsable de Caja Madrid y Bankia, también lo era de que más de 80 consejeros y directivos de la entidad disfrutaran de las suyas.
Rodrigo Rato también está siendo investigado por el origen de más de 6 millones de euros que, al parecer, tiene en un paraíso fiscal.
Y mientras Rato y los demás consejeros hacían un uso indiscriminado de sus tarjetas opacas miles de ciudadanos eran engañados con participaciones preferentes y acciones de Bankia que no valían ni el papel en el que estaban hechos los contratos.
Miles de ancianos pensionistas vieron cómo desaparecían los modestos ahorros de toda una vida que deberían servirles para hacer más llevadera su vejez, para no depender sólo de una exigua pensión o para ayudar a sus hijos, víctimas también de los sinvergüenzas que ostentan el poder político y económico en este país.
Hace unos días, en un programa de televisión, entrevistaban a una víctima de las preferentes y le preguntaban su opinión sobre el hecho de que Blesa hubiese gastado 9.000 Eros en una sola noche en el Ritz, gasto que abonó con su maravillosa tarjeta. La respuesta de la anciana fue demoledora: “eso es lo que yo gano en un año”.
¿De verdad existe un ensañamiento con Rodrigo Rato o alguno de los sinvergüenzas que dirigían Caja Madrid, a la que llevaron a la ruina y fue necesario rescatar con una ayuda de 22.000 millones de euros, mientras ellos gastaban nuestro dinero, el de todos los españoles, como si no hubiera un mañana? ¿Ensañamiento social? ¿De verdad, señor obispo?
Parece que sigue habiendo personas que creen que algunos tienen derecho a poseer, disfrutar y usurpar todos los bienes de este mundo por ser especiales, por pertenecer a una clase social superior y que, en el mejor de los casos, por su bondad, se sienten caritativos y ayudan a los más desfavorecidos con la condiciçon de que éstos deben continuar en su resignada pobreza porque ese es el orden lógico de las cosas.
Recomiendo a Kike Figaredo que eche un vistazo a los gastos de casi 100.000 Euros que su primo Rodrigo Rato realizó con su tarjeta black y que está en el siguiente enlace http://www.eldiario.es/economia/cargo-Rato-tarjeta-bebidas-alcoholicas_0_312169051.html#gastos. Quizás así, la próxima vez que le pidan su opinión sea algo más prudente y, al menos, opte por el silencio.

sábado, 11 de octubre de 2014

Información tóxica

Cada vez que en España se produce alguna situación de especial importancia e impacto, ya sea un atentado terrorista, el naufragio de un petrolero o la actual crisis del ébola, los medios de comunicación se lanzan sin control ni medida a, lo que ellos llaman, el seguimiento informativo del acontecimiento.
En estas ocasiones se repite el lamentable espectáculo de comprobar cómo son incapaces de superar su habitual politización y sectarismo. Es más, estos defectos se acentúan espoleados, sin duda, por la ocasión de golpear duramente a los políticos de la cuadra adversaria y por la oportunidad de mejorar con un aumento de las ventas la maltrecha cuenta de resultados o mejorar los índices de audiencia para poder captar más publicidad y cobrar por ella un mayor precio.
El resultado de todo ello es una sobreinformación sin control que termina por convertirse en tóxica.
Los medios de comunicación, la prensa, se ganó la consideración de cuarto poder porque, al margen del judicial, el legislativo y el ejecutivo, tenían la función fundamental en una sociedad libre y democrática de controlar a estos poderes mediante la publicación de la verdad, de poner luz sobre los asuntos públicos, de evitar que la opacidad, la oscuridad o el secretismo permitieran a los que detentaban los otros tres poderes actuar impunemente de espaldas a los intereses de los ciudadanos a los que deben servir.
La prensa, en definitiva, tenía la misión de comunicar a los ciudadanos lo que sucedía con los asuntos públicos para que, correctamente informados, pudieran ejercer con conocimiento de causa la elección de sus representantes.
Pero hace tiempo que los medios de comunicación han abandonado esta función fundamental y se han dedicada a servir a sus propios intereses empresariales siendo complacientes con los partidos que los favorecen con las concesiones de licencias de radio y televisión y con la muy sustanciosa publicidad institucional y de partido. Esta situación también lleva aparejada la otra cara de la moneda: el ataque furibundo al adversario, la amplificación sin piedad de la paja en su ojo y el olvido, el disimulo o, sencillamente, el silencio sobre la viga en el ojo del “amigo”.
La primera víctima de esta situación es la verdad o, mejor dicho, la veracidad. Tiene más importancia buscar la manera de desacreditar al adversario o de tratar de exculpar al aliado que contar los hechos de manera imparcial. El resultado es un cúmulo de información poco o nada contrastada, dar la misma repercusión a las declaraciones de un experto que a la de cualquier persona anónima cuyo único mérito es ser vecino de la zona, trabajador de una empresa relacionada con el lugar donde han tenido lugar los hechos, etc.
A todo ello se unen las tertulias que llenan horas de programación de radio y televisión en las que periodistas o personajes más o menos importantes sin otra relación con los medios de comunicación que ser tertulianos habituales y que lo mismo opinan de la crisis de juego de la selección española de fútbol que de lo acertado de los elementos de seguridad de un tren AVE o de la posible emergencia sanitaria por contagio de ébola.
El resultado de todo ello es que resulta imposible tener una información cierta sobre los hechos.
Es evidente que la prensa tiene sus ideología y que puede interpretar los acontecimientos en función de la misma, pero debe hacerlo por medio de los editoriales o de los artículos de opinión. Pero no debe hacerlo desde la manipulación de la información, el sectarismo o el sesgo informativo.
El caer en todos estos defectos ha traído como consecuencia la pérdida de toda credibilidad ante las personas que desean tener una información veraz e imparcial y, por consiguiente, una crisis empresarial de gran calado.
Los grandes medios, sobre todo los escritos, achacan la culpa de la crisis que padecen a la crisis económica y a internet, y no quieren reconocer que la causa principal es que su sectarismo y su sesgo ideológico han contaminado de tal forma su manera de presentar la información que los lectores que buscan información seria y de calidad les han abandonado, ya que no solo no la encuentran, sino que sienten que intentan manipularles. Esto ha traído consigo la caída de las ventas y con ésta la pérdida de publicidad.
Ahora mismo hay más ideología y sectarismo en los consejos de redacción de los medios de comunicación que en las ejecutivas de los partidos políticos. ¡Así les va!

sábado, 27 de septiembre de 2014

La astucia de Mas

Mas dijo que debían ser astutos para conseguir sus aspiraciones: votar en un referendum para consultar a los catalanes si desean ser independientes. Sin embargo, no se ha mostrado astuto, sino sencillamente pillo. Confundir la astucia con la pillería es algo muy propio de los políticos españoles, los cuales suelen confundir también la inteligencia con la listeza.
Haciendo alarde de saber manejar los tiempos y simulando saber lo que se hacía no hizo otra cosa que esperar a convocar el referendum al día siguiente de la comparecencia de Jordi Pujol en el parlamento catalán con el objetivo de desactivarla ante la opinión pública con la colaboración de los medios de comunicación que, Mas lo sabe bien, corren con la lengua fuera detrás de lo urgente mientras dejan atrás lo importante.
Ayer, en el parlamento catalán compareció Jordi Pujol y se permitió el lujo de no responder a nada de lo que le preguntaron los diputados e incluso de reñirles como si él siguiera siendo el referente moral en el que tan cínicamente se erigió durante sus años al frente de la Generalitat.
Pero si esto fue vergonzoso, lo fue mucho más el comportamiento de CiU que, por medio de su portavoz, dio cobertura a Jordi Pujol a quien no hizo una sola pregunta y dedicó su intervención a criticar a la oposición.
Así, con ese comportamiento, según los independentistas catalanes, tan español, es como dicen que quieren crear un país nuevo, un nuevo estado alejado de la corrupción y la caspa de los modos de hacer política en España.
No hay nada en la política catalana que, por mucho que ellos interesadamente repitan, los diferencie de la española. Tienen tanta corrupción como en el resto del país y, a la hora de afrontarla, hacen también como PP y PSOE, airear las vergüenzas de los adversarios y ocultar las propias.
Para cualquier español que tenga interés en Cataluña, viva o no esa comunidad autónoma y sea partidario o no de que se celebre una consulta y sea independentista o unionista, la burda estratagema de Mas tratando de tapar la corrupción que se ha destapado con el caso Pujol con la convocatoria del referendum, abusando así de los sentimientos de los catalanes de buena fe que desean la independencia o, siendo contrarios a ella, sí creen necesario dar su opinión al respecto en una consulta democrática, ha de resultar particularmente odiosa.
¿Eso era lo que él llamaba astucia?, ¿una pillería encaminada a tapar el ruido del caso Pujol en los medios con la noticia de la convocatoria del referendum?
Hay que subestimar mucho a los ciudadanos demostrando tanto desprecio por su inteligencia.

miércoles, 13 de agosto de 2014

El cura del ébola

Ha muerto Robin Williams y la redes sociales se han llenado de homenajes, de recuerdos de sus mejores películas y personajes. En pocos se habla de la persona porque pocos lo conocían de verdad, pero sus interpretaciones nos habían ayudado a sentirnos mejor con nosotros mismos. Nos hacía sentir lo que que sentía su personaje y, de alguna manera, nosotros también éramos la persona valiente, arriesgada, sensible, que representaba en cada caso… Éramos mejores. Esa es la magia del cine, de la interpretación.
Robin Williams, al parecer, vivió una vida complicada y buscó soluciones donde solo hay problemas, quizás porque no podía vivir la vida a pelo, como la vivimos la mayoría que, gracias a Dios, somos un poco más fuertes y no necesitamos más (ni menos) muletas que una mano amiga, un hombro sobre el que descargar nuestras aflicciones en los momentos más duros.
Todo esto viene a cuento porque las personas nunca dejan de sorprenderme y aunque entiendo todos los recuerdos y sentidas condolencias de las personas que quieren dejar patente su admiración por el actor, me resulta tremendamente llamativo que otra muerte, en este caso de una persona extraordinaria que decidió dedicar su vida a los más pobres y se fue a vivir con ellos para ayudarles, para sufrir con ellos, para compartir su desdicha, su vida carente de todo lo que en nuestro primer mundo consideramos mínimos vitales, haya pasado mucho más desapercibida.
Esa persona admirable, produjo, sin quererlo, ríos de comentarios polémicos por la decisión del gobierno de repatriarlo. Se criticaba el gasto que suponía cuando aquí (siempre nuestro ombligo) se recortaban gastos en sanidad. Se alarmaban por el riesgo al que se exponía a la población (más ombligo) al estar contagiado con un virus tan letal.
La muerte del padre Miguel Pajares, a pesar de la repercusión de su traslado a España hace apenas una semana, ha tenido muy poco eco en la redes sociales. He visto un breve y escueto comentario que no sé si era deliberadamente descarnado: “ha muerto el cura del ébola”.
Es una lástima que Robin Williams ya no pueda representar el papel del padre Miguel Pajares, por lo que ya no podremos sufrir con él la calamidades de su dedicación a los pobres, no podremos apreciar el valor de una persona entregada a los demás con toda sencillez y humildad.
Mientras no aparezca una producción de Hollywood en la que un gran actor represente en la ficción la vida del padre Miguel Pajares seguiremos leyendo artículos miserables en los que se despreciará la entrega de esta persona por los demás, en los que se criticarán los medios empleados para su repatriación a España y los gastos en los que se ha incurrido para tratar de salvar la vida al cura del ébola.
La vida entregada hasta morir de la misma enfermedad que ya ha matado a miles de africanos contrasta fuertemente con el comportamiento miserable de los que, cegados por su cobardía y sectarismo, son incapaces de reconocer el valor de otras personas que no esperan ninguna recompensa, ni tan siquiera la admiración que deberían despertar en todos nosotros.
Si no hubiera sido por el ébola, el padre Miguel habría fallecido dentro de algunos años en el mismo completo anonimato en el que vivió. Sería un desconocido para todos salvo para aquellos a los que él quiso dedicar toda su vida intentado hacérsela un poco más llevadera.

sábado, 2 de agosto de 2014

Jordi Pujol es Eufrasio Martínez

Los medios todavía no se han atrevido a publicarlo, pero yo tengo informaciones precisas y solventes y puedo, debo, adelantarme y contar lo que sé.
Jordi Pujol se llama, en realidad, Eufrasio Martínez Martínez. Sus padres eran castellanos viejos que hicieron probanza de nobleza ante la chancillería de Valladolid.
Las preguntas surgen de inmediato. ¿Cómo se descubre semejante información? ¿Por qué ahora?
Las investigaciones se vienen desarrollando desde hace muchos años, en realidad desde que el que todos conocemos como Jordi Pujol comenzó a destacar como líder del nacionalismo catalán. Muchos organismos y asociaciones como la ANC, CCA, NBC, ABC y CCC (no sé qué significan esas siglas, pero en cada una de ellas al menos una de las ces se refiere a Cataluña) empezaron enseguida a buscar explicaciones al comportamiento de Jordi Pujol. ¿Por qué tomaba decisiones que enfadaban a sus vecinos españoles? El pueblo catalán siempre ha sido pacífico, entregado al trabajo, el comercio y el ahorro y siempre ha buscado la admiración y el cariño de los demás. El comportamiento de Pujol resultaba ajeno a la esencia del pueblo catalán.
Pero el empujón definitivo a las investigaciones, que habían sufrido altibajos durante todos estos años, al vaivén de los diversos gobiernos catalanes y que conoció su peor época en los años del tripartito liderado por Montilla, tuvo su origen en las últimas declaraciones del ex-molt honorable (¿o deberá decirse molt ex-honorable?) ex president de la Generalitat. El que un catalán, molt honorable y que había sido presidente de la Generalitat reconociese que no había encontrado momento en los últimos 35 años para regularizar la herencia de su padre que, casualmente, estaba en Suiza, resultó demasiado para el comerciante, trabajador y ahorrador pueblo catalán. La imagen de personas que, con la mirada extraviada, se subían a las barandillas de puentes, viaductos y azoteas en un claro intento de poner fin a sus vidas al ser incapaces de asumir que su líder podía ser un defraudador como cualquiera de sus vecinos españoles, exigía que sin demora se pudiera dar una explicación al pueblo catalán que caminaba ahora desorientado y sin saber si debían soplar o sorber.
Desde el principio, las investigaciones se siguieron por tres vías: la sociológica, la científica y la política.
La primera de ellas parecía la más próxima a la verdad y pronto se obtuvieron resultados. Jordi Pujol se habría contagiado con los usos y costumbres de los políticos españoles y, por tanto, habría caído en prácticas corruptas como aquellos. La explicación parecía sólida, daba respuesta al enigma y justificaba la necesidad de seguir adelante con la independencia.
Sin embargo, uno de los sociólogos, conocido por ser un aguafiestas y veranear en Marbella, puso un reparo. ¿Serían los catalanes, aún más, serían los líderes catalanes tan vulnerables que la simple relación con políticos españoles les contagiaría sus maneras de hacer política? Si se admite eso, continuó el sociólogo, ¿debemos condenar al exilio a los que han sido diputados y senadores años y años en el parlamento español porque estarían contagiados sin remedio? ¿Deberemos comprar el hotel Palace de Madrid para mantener recluido en él a Durán i Lleida?
El estupor y el desánimo se apoderaron del grupo de expertos y como ya era viernes por la tarde no hubo mucha discusión para hacer una declaración en la que se recogía que no se consideraba como probable que el comportamiento de Jordi Pujol tuviera una explicación en el campo de la sociología, echando así por tierra las opiniones de Oriol Junqueras y Pilar Rahola que habían declarado muy serios que el molt ex-honorable (o como se diga) se había contaminado con los usos y costumbres de los políticos españoles.
La segunda vía, la científica, corrió una suerte paralela a la anterior, los científicos no admitieron ni por un momento que la genética catalana pudiera ser conquistada por la decadente y débil genética castellana.
Los casos más impactantes que se pusieron encima de la mesa (es una forma de hablar, en realidad, se proyectaron algunas imágenes borrosas en una pantalla) y que fueron la puntilla definitiva a la posibilidad de que genes españoles de algún remotísimo antepasado de Jordi Pujol hubieran ido ganando la batalla hasta adueñarse por completo de su cuerpo, fue el de varias mujeres catalanas en las que se habían producido abortos espontáneos al llevar el feto un porcentaje de genes españoles superior a lo tolerable. La genética catalana, tan trabajadora, comerciante y ahorradora como los propios seres humanos de los que formaba parte no podría dejarse conquistar por unos decadentes y vagos genes españoles.
Declarada también como imposible la vía científica, quedaba sólo la política. Ésta fue poco a poco abriéndose paso hasta llegar a la verdad del conocido como caso Pujol.
Como decía al principio de este artículo, se encontraron pruebas irrefutables de que Jordi Pujol había nacido en un pequeño pueblo de Castilla, hijo de Eufrasio Martínez Martínez y de Eufrasia Martínez Martínez a los que, sin que se sepa por qué, en el pueblo conocían con el sobrenombre de Los Redundantes y que, en contra de lo que se podría sospechar, no guardaban ningún parentesco entre ellos (lo que no deja de ser extraño, ya que estaban casados).
Eufrasio y Eufrasia, acababan de tener a su primer hijo, al que llamaron también Eufrasio
y, ya es coincidencia, Martínez Martínez, cuando fueron reclutados por el servicio secreto español y se trasladaron a Barcelona donde se instalaron con nueva documentación a nombre de Jordi Pujol y señora y su hijo Jordi Pujol (los del servicio secreto son gente sin imaginación) nacidos en Cataluña y con antepasados catalanes hasta el Tiranosaurio Rex. La familia Pujol (esa familia Pujol, porque, según dicen, en Cataluña hay otras familias con ese apellido) permaneció como célula durmiente y viviendo a cuerpo de rey a costa del estado español mientras empezaba ya a propalar entre sus amigos y conocidos, sin duda para disimular, el que llegaría a ser disco platino del independentismo catalán “España ens roba”. Eufrasito, bien descansado después de pasar sus primeros años de vida como durmiente, pronto comenzó a destacar en su carrera política y, desde el comienzo, su labor al servicio de los intereses de los españoles españolistas fue ingente, dedicando todos sus esfuerzos a tomar medidas y hacer declaraciones que sentaban a cuerno quemado entre los vecinos españoles y que los fascistas anticatalanes que pululaban por Madrid se encargaban de amplificar para generar el mayor odio posible hacia los catalanes.
La labor del espía Eufrasio Martínez se creía terminada, pero el plan diseñado desde un principio y que demuestra claramente lo perversos que pueden llegar a ser los políticos de Madrid, tenía una última fase que se pondría en marcha si las circunstancias lo exigían.
Esas circunstancias parecieron darse con el avance inevitable de los independentistas y la decisión de Artur Mas de continuar adelante con la ida de hacer una consulta al pueblo catalán para saber su opinión sobre la independencia. El plan parecía perfecto, suponía el suicidio político de Jordi Pujol y con él arrastraría a sus colegas de CiU, dejaría mermadas las huestes (menudas palabrejas utilizan los castellanos) nacionalistas y daría un fuerte varapalo a los partidarios de la independencia, al mostrar al mundo mundial que los políticos catalanes son tan corruptos e impresentables como los españoles.
El plan parecía perfecto y seguramente estaba muy cerca de serlo, pero ninguna obra humana es perfecta y ésta tampoco podía serlo. En las próximas horas todo esto saldrá a la luz y quedará demostrado que los catalanes, pueblo trabajador, etc. etc. etc. no son corruptos ni defraudadores, que esas prácticas, tan habituales entre los políticos españoles (y no me gusta señalar), son por completo ajenas a su forma de ser y entender la política.
Estos hechos serán respaldados por diversos estudios (de alguna manera había que sacarle provecho a la investigación científica) que demuestran que no hay ningún político catalán condenado, ni siquiera acusado, ni imputado, ni investigado por ningún caso de corrupción. Los que podrían estar en alguna de esas circunstancias y que coloquialmente se conocen como políticos catalanes, no son tales, pues entre sus ancestros apenas cuentan con un 10% de genes catalanes.
Otro de los estudios demuestra que los delincuentes en cuyo carné de identidad consta como lugar de nacimiento alguna localidad catalana, en realidad son hijos de emigrantes españoles o no tienen en su sangre más allá de un 10% de sangre catalana.
No deja de ser llamativo cómo coinciden en ese porcentaje las evidencias científicas aportadas.
Cuando Artur Mas y Oriol Junqueras haciendo un dueto que se grabará en DVD y se venderá junto con una estelada y una fotografía tamaño póster del equipo del FCB (aquí la ce no se refiere a Cataluña, sino a club) pongan todos estos hechos en conocimiento del pueblo catalán podrán decir con confianza y en catalán que todos deben estar tranquilos y decididos en el camino a recorrer porque la patria goza de calma.

miércoles, 18 de junio de 2014

Rey , república y figuras de cera

No entiendo a los nacionalistas del PNV y CiU que le piden al nuevo rey que no sea «una figura de cera que se pasea de evento en evento». Yo recuerdo cuando era un joven al que explicaban que en Gran Bretaña había una monarquía parlamentaria en la que la reina «reina pero no gobierna». Yo vivía en una dictadura y no entendía para qué servía una reina que no gobernaba en su reino, pero me parecía el colmo de la modernidad.
Cuando ya un poco mayor tuve la ocasión de votar la constitución de 1978 empecé a sentirme un algo orgulloso de vivir en un país que empezaba a parecerse a Gran Bretaña. También aquí tendríamos un rey que reinaría pero no gobernaría. Ya comenzaba a entender un poco para qué servía esa figura.
Han pasado 35 años desde que se aprobó aquella constitución. El rey ha reinado pero no gobernado, con luces y sombras, no seré yo quien defienda a capa y espada a Juan Carlos I, pero sí puedo defender la institución que ha representado, porque ha permitido el juego democrático y ha limitado su papel al meramente institucional. Es decir, ha hecho, en política, lo que debía hacer.
No digo, como algunos monárquicos extraviados, que el rey nos ha dado la libertad o la democracia. No lo digo porque no lo siento, porque no es cierto. En todo caso nos habrá devuelto la libertad o la democracia. Pero no nos la ha dado, era nuestra y nos la habían arrebatado.
Ahora los republicanos quieren votar la forma de la jefatura del estado. Unos dicen que, por su edad, no votaron en su día la constitución. Otros, que la votaron, dicen que en aquellos tiempos no era una votación totalmente libre porque las fuerzas de la dictadura aún acechaban.
La constitución prevé la forma de modificar la jefatura del estado, así que, los que desean una república, ya saben como funciona la democracia: deben conseguir la suficiente representación para llevarla a cabo en las cortes. Lo demás son ganas de marear la perdiz.
Volviendo a los nacionalistas y a las figuras de cera. ¿Aceptarían que el rey dejara de ser una figura de cera para orientar la política hacia una centralización de la administración? Seguro que eso ya no les haría tanta gracia. Aunque un estado centralizado puede ser tan democrático como otro que no lo es. ¿Acaso es menos democracia Francia que Alemania?
Pero claro, PNV y CiU quieren que el rey intervenga en la dirección que a ellos les conviene y eso, queridos nacionalistas, es saltarse las reglas del juego.
La figura del rey es institucional y no debe apoyar las aspiraciones de ninguna Comunidad Autónoma de diferente forma a como lo haría con otras.
El único riesgo para la democracia de estos 35 años de constitución ha surgido de la violación de la legalidad: terrorismo, golpe de estado, corrupción, nepotismo...
La defensa de la democracia se hace respetando la ley, no esquivándola. Y una forma de respetarla es cambiándola de acuerdo con los mecanismos previstos, no buscando atajos o subterfugios disfrazados de consultas populares.

domingo, 1 de junio de 2014

Elecciones europeas: entre la estupidez y la ceguera

Las elecciones europeas han traído por fin un severo correctivo a los partidos del stablishmente. PSOE, PP e IU han sufrido un tremenda sangría de votos, los dos primeros, y no ha obtenido el crecimiento esperado el tercero.
La única lectura posible es que un buen número de votantes, 1,5 millones, han dicho ¡basta! y han buscado una alternativa en el espectro más a la izquierda. Otro buen número han buscado ofertas alternativas, UPyD y Ciudadanos, y un número nada desdeñable ha decidido quedarse en casa desencantado con los partidos tradicionales.
Los motivos por los que el PP y el PSOE han tenido el descalabro que se esperaba (la única sorpresa de estas elecciones fueron los cinco eurodiputados conseguidos por Podemos) son bien conocidos: prepotencia, privilegios, desprecio de los ciudadanos, corrupción, despilfarro…
Y muy principalmente, quizás la razón principal, la gestión de la crisis no ya al margen de la mayoría de los ciudadanos, sino a costa de éstos.
Seis millones de parados, decenas de miles de desahuciados, cientos de miles de estafados con las preferentes, las subordinadas o las acciones de Bankia han traído estos resultados que los partidos mayoritarios no es que no estén sabiendo digerir, sino que ni tan siquiera están sabiendo interpretar correctamente.
PP, PSOE y sus palmeros mediáticos se han dedicado esta semana a insultar y despreciar a Podemos y a su líder, Pablo Iglesias. Se empeñan en poner de relieve que su programa es irrealizable, que traería la ruina al país, que son peligrosos antisistema, incluso que son poco aseados o perroflautas.
La ceguera de los dirigentes de PP y PSOE y la de sus medios afines es épica. Creen que con esos peregrinos argumentos pueden disuadir a la gente que ha votado a Podemos en lugar de darse cuenta de que sólo convencen a los ya convencidos, mientras que inclinan hacia esa nueva fuerza política emergente a un buen número de ciudadanos que no pueden entender que quienes la atacan traten de ponerles como contraejemplo a unos personajes que, en efecto, van impecablemente vestidos, pero con su irreprochable atuendo no han dudado en embarcarse en costosas obras públicas innecesarias, han despilfarrado el dinero de todos, han caído en corruptelas millonarias, han administrado peor que mal las obras públicas incurriendo en unos sobrecostes escandalosos, han practicado el nepotismo y el sectarismo más nauseabundo y se han dotado de toda una serie de privilegios que les han permitido mantenerse al margen de la crisis que asolaba a sus conciudadanos.
Esos políticos tan responsables que nos quieren vender como contrapunto a quien despectivamente llaman “el coletas” han arruinado las cajas de ahorros, instituciones centenarias que habían nacido del pueblo para permitir el acceso al crédito de las personas humildes, sin ánimo de lucro y con la obligación de devolver a la sociedad sus beneficios por medio de sus obras sociales.
¿Son ejemplo de algo los que han incumplido sus programas políticos de manera reiterada y han gobernado de espaldas a sus ciudadanos mientras transitaban entre los cargos públicos y los consejos de administración de los grandes oligopolios?
Caminar por la senda que busca las culpas de lo que sucede en aquél que los votantes empiezan a ver como solución, es la manera más segura de llegar al desastre.

domingo, 13 de abril de 2014

No somos una república bananera. ¡Ni hablar!

Fernando Menéndez Rexach, presidente de El Musel durante las obras de ampliación, dice que la OLAF (Oficina de Lucha contra el Fraude de la UE) trata a España como a una república bananera.
Al bueno de Fernando esto le parece intolerable, al igual que a todos nosotros. ¡Cómo se puede tratar a nuestro país como a una república bananera!
Un trato así podría entenderse si, por ejemplo, en la obra de ampliación del puerto de El Musel hubiera habido un sobrecoste del 43% (cercano al 100% si prosperan las reclamaciones en vía judicial). O si fuera una versión acuática de los aeropuertos sin aviones.
Podrían tratar a España como una república bananera si el tesorero del partido que sostiene al gobierno estuviera en prisión y tuviera decenas de millones en Suiza cuya procedencia se desconoce, pero todo el mundo sospecha cuál es.
O si en Andalucía el gobierno autonómico y los sindicatos hubiesen empleado fondos públicos de varias decenas de millones de Euros para incluir en los EREs a personas que no eran trabajadores de las empresas o para cobrar sustanciosas comisiones (del verbo, llevárselo crudo).
O si el mapa de la corrupción política no dejara sin señalar ni un pueblo, ni una comunidad autónoma, ni un gobierno central de cualquier signo.
Es posible que nos hicéramos acreedores al título de república bananera si nuestros políticos se las hubieran ingeniado para arruinar a las cajas de ahorros, instituciones de crédito centenarias, sin ánimo de lucro, que nacieron en beneficio de la comunidad y cuyos beneficios revertían a ésta por medio de su obra social. Ruina que nos ha costado a todos los españolitos 40.000 millones de Euros de nada.
Si en España se construyeran aeropuertos que no saben lo que es un avión o autopistas en las que los vehículos son algo tan exótico como el lince ibérico en nuestros montes, quizás podrían tacharnos en Europa de república bananera.
O si tuviésemos seis millones de parados. O si hubiera decenas de miles de puestos de asesores y enchufados varios trufando nuestras administraciones locales, autonómicas y central.
Si nuestros políticos no fueran de una acrisolada honradez o no tuvieran una formación académica y una experiencia profesional dignas de admiración. Si no dictaran leyes que ellos mismos se saltan a la torera sin ningún rubor (las campañas electorales sólo duran 15 días, pero las llamamos precampañas y “tira que libras”). Si…
Yo, como el bueno de Fernado Menéndez Rexach no puedo comprender cómo en la UE pueden tratarnos como a una república bananera. La verdad es que por más vueltas que le doy no termino de encontrar la razón para que nos dispensen semejante trato.
A ver si va a resultar que tenía razón El Caudillo y en Europa no nos quieren porque todavía no nos han perdonado nuestro pasado imperial.
¿Será eso, Fernando?

martes, 18 de febrero de 2014

Cocacola, ¡va a ser por dinero!

He leído hoy que los de Cocacola Iberian Partners están dispuestos a pagar indemnizaciones de cuarenta y cinco días por año a los trabajadores que desean despedir. He tenido que pensar un poco de qué me sonaba esa cifra hasta que he recordado que, mira tú por donde, era la que correspondía la indemnización por despido improcedente antes de la magnífica reforma laboral (mal)parida por el gobierno de Rajoy, con Fátima Báñez de comadrona o partera.
O sea, que han llegado los de Cocacola Iberian Partners y ha soltado a su modo esa frase que aquí en Asturias dice “va a ser por perres”. Pues eso, que no va a ser por dinero, porque cuando se empeñan en despedir, despiden cueste lo que cueste. Y nunca mejor dicho.
Yo no sé si Rajoy o Báñez habrán leído la noticia o si alguien se la habrá contado, pero, si es así, me imagino su desolación: toda la vida pensando que los pobres empresarios no podían despedir porque era un lujo demasiado caro y de pronto vienen los de Cocacola Iberian Partners, que viene a ser algo así como los compañeros ibéricos de lachispadelavida, y se encienden un puro con un billete de cincuenta euros delante de sus narices. ¡A ver quién es más chulo!
Pobre Fátima Báñez, tan orgullosa ella de su criatura que permitía a las empresas adoptar otras medidas diferentes del despido y se encuentra con que a algunos empresarios españoles (muchos si juzgamos por las cifras del paro) lo que les mola de verdad es despedir. Y si pueden despedir más barato les mola mucho más, donde va a parar. ¿Verdad, amigo Rajoy?
Pues nada, señor presidente del gobierno, siga usted así y a mejorarse y me pone usted a los pies de su señora esposa.
Qué pena que doña Fátima y el sr. Rajoy no hayan pisado nunca una escuela de negocios ni para ir al baño. De haberlo hecho quizás habrían aprendido que cuando los empresarios andan preocupados por el coste del despido no es curiosamente cuando quieren contratar, sino cuando están en racha de despedir. Son empresarios, pero son así de lógicos. Como cuando una persona cualquiera empieza a preocuparse del precio de la gasolina no es porque esté pensando comprarse una bicicleta. Aunque ahora que lo pienso, para eso no hace falta ir a ninguna escuela de negocios, basta con ir a la escuela. ¿Cómo habrán aprobado sus carreras Rajoy y Fátima? Otro misterio.
Lo que no es ningún misterio es que dicen que las ventas de Cocacola han caído un 20%. En mi casa han caído el 100%. Pues eso.

sábado, 25 de enero de 2014

Coca Cola y la reforma laboral

Si nuestro gobierno fuera digno de tal nombre y tuviera como principal fin el bienestar de los españoles, en lugar de comportarse como un pollo sin cabeza, se habría dado cuenta de que la reforma laboral, de la que se muestra tan orgulloso, está teniendo efectos perversos. Desde el pasado año son las empresas con beneficios y sin ningún problema de viabilidad las que están aprovechando no la facilidad (siempre fue muy fácil despedir), sino lo barato que resulta hacerlo con la excusa de la disminución de ventas o por necesidades organizativas.
Así vemos que empresas como Tenneco o la embotelladora de Coca Cola en España, Portugal y Andorra, despiden a los trabajadores por cientos.
Ésta es la magnífica reforma del PP que iba a permitir que las empresas se adaptasen a las circunstancias del mercado sin tener que despedir a los trabajadores.
Entre tanto, la crisis que pensábamos que nos enseñaría algo a todos, sólo nos lo ha enseñado a los de siempre. Algunos le han visto las orejas al lobo y otros han visto las oreja, los dientes y el lobo entero. Otros muchos han sido comidos por el lobo.
En cambio, hay muchas personas que no han aprendido nada y siguen como si tal cosa. Son los despedidos e indemnizados de Cajastur que el mismo día son nombrados consejeros de Liberbank con una retribución de 100.000 Euros al año y, como la codicia es insaciable, cobran la prestación por desempleo. Ahora dicen que van a donar este importe. ¿Se vale? Como decíamos de niños cuando jugábamos, ¿se vale cobrar el paro aunque se trabaje y luego decir que lo vas a donar? Porque si es así, yo me apunto.
El stand de Paradores en Fitur de este año ha costado el 46% más que el del año pasado y ha alcanzado la bonita cifra de 120.000 Euros. El precio de un piso modesto para un pabellón que ha estado instalado una semana en Fitur.
No basta una crisis de proporciones extraordinarias como la que estamos viviendo para terminar con el patio de Monipodio en el que han convertido a nuestro país políticos, sindicalistas, banqueros y empresarios sin escrúpulos.

domingo, 19 de enero de 2014

La desesperante política española y Gamonal como síntoma

La política española es nauseabunda. El gobierno se empeña en seguir recortando derechos sin ningún sentido como un jardinero enloquecido manejando las tijeras de podar. Uno de los últimos recortes es el que quita el derecho a la sanidad pública a los españoles que residan en el extranjero más de tres meses. Con esta medida el gobierno castiga a los españoles que deben salir de su país a buscar un trabajo que aquí no pueden conseguir porque nuestros gobernantes nos han hundido en una crisis sin precedentes de la que no tienen la menor idea de cómo salir.
¿Por qué no quitan el derecho a la sanidad pública a los imputados en casos de corrupción? Es una pregunta retórica, todos sabemos por qué no toman ninguna medida contra la corrupción.
Asturias no es ninguna excepción en el páramo nacional. El gobierno autonómico no ha sido capaz de sacar adelante los presupuestos, por lo que en 2014 deberá gobernar con los presupuestos de 2013 y hacer algunos apaños con créditos extraordinarios. Cuando más necesarios son unos presupuestos que combinen las ayudas a los que están resultando más perjudicados por la crisis con las inversiones necesarias para tratar de reconducir la misma, nuestros políticos se miran el ombligo y el PSOE prefiere mantener una ley electoral que les favorece aunque para ello pierdan los apoyos para sacar adelante los presupuestos. Lo primero es lo primero y, desde luego, no es el bien común.

Gijón, la ciudad más poblada de la región, también tendrá los presupuestos municipales prorrogados porque el PP ha puesto como condición para apoyarlos una reducción del IBI que, a estas alturas, sería ilegal, puesto que ya estaba aprobada la ordenanza fiscal para 2014.
El PP cree que la política es un juego en el que todo vale. Ha enviado a negociar con la alcaldesa a una señora que no es concejal y a la que no ha permitido finalmente alcanzar un acuerdo. Entre tanto, los concejales del PP que fueron en la lista que se votó en las pasadas elecciones parecen ser unos comparsas que nada tienen que decir. ¿Qué hacen ahí? ¿Para qué están? ¿No tienen ni un ápice de dignidad?
Los políticos, que siempre que les interesa se llenan la boca con palabras como democracia, legitimidad, representación, mandato, etc. han convertido el medio que debe ser la política en un fin. El fin formado por sus intereses personales, y hace tiempo, demasiado tiempo, que han dejado de lado lo que debería ser su objetivo prioritario: el bienestar de los ciudadanos que les han votado, a los que deberían representar y que son quienes les pagan el sueldo.
Han convertido la política en retórica, creyendo que el chascarrillo y la finta dialéctica son la sublimación de su tarea. Nos movemos entre pillos que se apropian del dinero de nuestros impuestos e inútiles que son incapaces de tener una sola idea que contribuya a arreglar alguno de los numerosos problemas que abruman a sus representados.
Por eso resultaría gracioso si no fuera grotesco verlos con la boca abierta ante los sucesos del barrio de Gamonal en Burgos, escandalizados ante las protestas de los vecinos. Son incapaces de hacer un análisis de los hechos y, ayudados por los medios de comunicación que resultan unos excelentes palanganeros del status quo, se limitan a descalificar a los manifestantes poniendo el acento y el punto de mira en los excesos (que sin dunda ha habido) y tratando de convencernos de que antisistemas de otras ciudades han ido a pescar en río revuelto.
Deberían darse cuenta de que Gamonal es un síntoma. Es el grano purulento que rasga la piel y por donde asoma el pus que delata la infección interna del organismo.
Los políticos llevan a años regando las calles con gasolina; deben ser muy prudentes usando las cerillas.

domingo, 12 de enero de 2014

La España de las maravillas

Vivimos tiempos extraños en un país que, de continuar así, pronto parecerá un remedo del que visitó Alicia. Lamentablemente aquí no encontraremos a los personajes con los que tuvo que tratar la protagonista de Lewis Carroll, pero tenemos otros personajes igual de estrambóticos.
El molt honorable president de la Generalitat de Catalunya acaba de afirmar que “estamos a medio camino hacia el infinito”. ¡Qué grande, el molt honorable president! ¡A medio camino hacia el infinito! Estar a medio camino hacia el infinito es tanto como decir que ya se ha alcanzado el infinito, porque la mitad de infinito es infinito; pero como el infinito es por definición inalcanzable, ¿adónde cree haber llegado el sr. Mas? Es posible que con ese apellido ya se tienda a decir sandeces infinitas.
En otra de nuestras Comunidades históricas (siempre me pregunto qué será, Asturias, por ejemplo, si no es histórica; ¿quizás protohistórica?), el PNV (partido que gobierna en el País Vasco) y EH Bildu (simpáticos simpatizantes con el mundo más oscuro de esa sociedad) convocaron una manifestación en Bilbao bajo el lema “derechos humanos, acuerdo, paz” (disculpen que no lo ponga en vasco, pero si no se entiende en español, no creo que ayude nada ponerlo en otra lengua). Esta manifestación a la que, según los medios, acudieron cien mil personas, era, por lo que se ve, en apoyo a los presos de ETA y en ella se corearon consignas en su favor. ¿En qué apoyan a los presos? ¿Desean que los dejen en libertad ahora que ya dicen entender que lo que han hecho está mal? ¿Deberíamos aplicar ese mismo rasero a todos los presos del país que asumieran públicamente que el delito por el que les han condenado es algo que no se debe hacer? ¿O lo limitamos sólo a los que hayan asesinado a sangre fría con un tiro en la nuca o una bomba bajo un coche?
Si en una sociedad hay tantas personas que apoyan a los miembros de una banda terrorista quizás, en vez de convocar manifestaciones, los gobernantes deberían encargar un estudio sociológico en profundidad que les diera las claves para conducir a sus habitantes por caminos menos tortuosos.