sábado, 2 de agosto de 2014

Jordi Pujol es Eufrasio Martínez

Los medios todavía no se han atrevido a publicarlo, pero yo tengo informaciones precisas y solventes y puedo, debo, adelantarme y contar lo que sé.
Jordi Pujol se llama, en realidad, Eufrasio Martínez Martínez. Sus padres eran castellanos viejos que hicieron probanza de nobleza ante la chancillería de Valladolid.
Las preguntas surgen de inmediato. ¿Cómo se descubre semejante información? ¿Por qué ahora?
Las investigaciones se vienen desarrollando desde hace muchos años, en realidad desde que el que todos conocemos como Jordi Pujol comenzó a destacar como líder del nacionalismo catalán. Muchos organismos y asociaciones como la ANC, CCA, NBC, ABC y CCC (no sé qué significan esas siglas, pero en cada una de ellas al menos una de las ces se refiere a Cataluña) empezaron enseguida a buscar explicaciones al comportamiento de Jordi Pujol. ¿Por qué tomaba decisiones que enfadaban a sus vecinos españoles? El pueblo catalán siempre ha sido pacífico, entregado al trabajo, el comercio y el ahorro y siempre ha buscado la admiración y el cariño de los demás. El comportamiento de Pujol resultaba ajeno a la esencia del pueblo catalán.
Pero el empujón definitivo a las investigaciones, que habían sufrido altibajos durante todos estos años, al vaivén de los diversos gobiernos catalanes y que conoció su peor época en los años del tripartito liderado por Montilla, tuvo su origen en las últimas declaraciones del ex-molt honorable (¿o deberá decirse molt ex-honorable?) ex president de la Generalitat. El que un catalán, molt honorable y que había sido presidente de la Generalitat reconociese que no había encontrado momento en los últimos 35 años para regularizar la herencia de su padre que, casualmente, estaba en Suiza, resultó demasiado para el comerciante, trabajador y ahorrador pueblo catalán. La imagen de personas que, con la mirada extraviada, se subían a las barandillas de puentes, viaductos y azoteas en un claro intento de poner fin a sus vidas al ser incapaces de asumir que su líder podía ser un defraudador como cualquiera de sus vecinos españoles, exigía que sin demora se pudiera dar una explicación al pueblo catalán que caminaba ahora desorientado y sin saber si debían soplar o sorber.
Desde el principio, las investigaciones se siguieron por tres vías: la sociológica, la científica y la política.
La primera de ellas parecía la más próxima a la verdad y pronto se obtuvieron resultados. Jordi Pujol se habría contagiado con los usos y costumbres de los políticos españoles y, por tanto, habría caído en prácticas corruptas como aquellos. La explicación parecía sólida, daba respuesta al enigma y justificaba la necesidad de seguir adelante con la independencia.
Sin embargo, uno de los sociólogos, conocido por ser un aguafiestas y veranear en Marbella, puso un reparo. ¿Serían los catalanes, aún más, serían los líderes catalanes tan vulnerables que la simple relación con políticos españoles les contagiaría sus maneras de hacer política? Si se admite eso, continuó el sociólogo, ¿debemos condenar al exilio a los que han sido diputados y senadores años y años en el parlamento español porque estarían contagiados sin remedio? ¿Deberemos comprar el hotel Palace de Madrid para mantener recluido en él a Durán i Lleida?
El estupor y el desánimo se apoderaron del grupo de expertos y como ya era viernes por la tarde no hubo mucha discusión para hacer una declaración en la que se recogía que no se consideraba como probable que el comportamiento de Jordi Pujol tuviera una explicación en el campo de la sociología, echando así por tierra las opiniones de Oriol Junqueras y Pilar Rahola que habían declarado muy serios que el molt ex-honorable (o como se diga) se había contaminado con los usos y costumbres de los políticos españoles.
La segunda vía, la científica, corrió una suerte paralela a la anterior, los científicos no admitieron ni por un momento que la genética catalana pudiera ser conquistada por la decadente y débil genética castellana.
Los casos más impactantes que se pusieron encima de la mesa (es una forma de hablar, en realidad, se proyectaron algunas imágenes borrosas en una pantalla) y que fueron la puntilla definitiva a la posibilidad de que genes españoles de algún remotísimo antepasado de Jordi Pujol hubieran ido ganando la batalla hasta adueñarse por completo de su cuerpo, fue el de varias mujeres catalanas en las que se habían producido abortos espontáneos al llevar el feto un porcentaje de genes españoles superior a lo tolerable. La genética catalana, tan trabajadora, comerciante y ahorradora como los propios seres humanos de los que formaba parte no podría dejarse conquistar por unos decadentes y vagos genes españoles.
Declarada también como imposible la vía científica, quedaba sólo la política. Ésta fue poco a poco abriéndose paso hasta llegar a la verdad del conocido como caso Pujol.
Como decía al principio de este artículo, se encontraron pruebas irrefutables de que Jordi Pujol había nacido en un pequeño pueblo de Castilla, hijo de Eufrasio Martínez Martínez y de Eufrasia Martínez Martínez a los que, sin que se sepa por qué, en el pueblo conocían con el sobrenombre de Los Redundantes y que, en contra de lo que se podría sospechar, no guardaban ningún parentesco entre ellos (lo que no deja de ser extraño, ya que estaban casados).
Eufrasio y Eufrasia, acababan de tener a su primer hijo, al que llamaron también Eufrasio
y, ya es coincidencia, Martínez Martínez, cuando fueron reclutados por el servicio secreto español y se trasladaron a Barcelona donde se instalaron con nueva documentación a nombre de Jordi Pujol y señora y su hijo Jordi Pujol (los del servicio secreto son gente sin imaginación) nacidos en Cataluña y con antepasados catalanes hasta el Tiranosaurio Rex. La familia Pujol (esa familia Pujol, porque, según dicen, en Cataluña hay otras familias con ese apellido) permaneció como célula durmiente y viviendo a cuerpo de rey a costa del estado español mientras empezaba ya a propalar entre sus amigos y conocidos, sin duda para disimular, el que llegaría a ser disco platino del independentismo catalán “España ens roba”. Eufrasito, bien descansado después de pasar sus primeros años de vida como durmiente, pronto comenzó a destacar en su carrera política y, desde el comienzo, su labor al servicio de los intereses de los españoles españolistas fue ingente, dedicando todos sus esfuerzos a tomar medidas y hacer declaraciones que sentaban a cuerno quemado entre los vecinos españoles y que los fascistas anticatalanes que pululaban por Madrid se encargaban de amplificar para generar el mayor odio posible hacia los catalanes.
La labor del espía Eufrasio Martínez se creía terminada, pero el plan diseñado desde un principio y que demuestra claramente lo perversos que pueden llegar a ser los políticos de Madrid, tenía una última fase que se pondría en marcha si las circunstancias lo exigían.
Esas circunstancias parecieron darse con el avance inevitable de los independentistas y la decisión de Artur Mas de continuar adelante con la ida de hacer una consulta al pueblo catalán para saber su opinión sobre la independencia. El plan parecía perfecto, suponía el suicidio político de Jordi Pujol y con él arrastraría a sus colegas de CiU, dejaría mermadas las huestes (menudas palabrejas utilizan los castellanos) nacionalistas y daría un fuerte varapalo a los partidarios de la independencia, al mostrar al mundo mundial que los políticos catalanes son tan corruptos e impresentables como los españoles.
El plan parecía perfecto y seguramente estaba muy cerca de serlo, pero ninguna obra humana es perfecta y ésta tampoco podía serlo. En las próximas horas todo esto saldrá a la luz y quedará demostrado que los catalanes, pueblo trabajador, etc. etc. etc. no son corruptos ni defraudadores, que esas prácticas, tan habituales entre los políticos españoles (y no me gusta señalar), son por completo ajenas a su forma de ser y entender la política.
Estos hechos serán respaldados por diversos estudios (de alguna manera había que sacarle provecho a la investigación científica) que demuestran que no hay ningún político catalán condenado, ni siquiera acusado, ni imputado, ni investigado por ningún caso de corrupción. Los que podrían estar en alguna de esas circunstancias y que coloquialmente se conocen como políticos catalanes, no son tales, pues entre sus ancestros apenas cuentan con un 10% de genes catalanes.
Otro de los estudios demuestra que los delincuentes en cuyo carné de identidad consta como lugar de nacimiento alguna localidad catalana, en realidad son hijos de emigrantes españoles o no tienen en su sangre más allá de un 10% de sangre catalana.
No deja de ser llamativo cómo coinciden en ese porcentaje las evidencias científicas aportadas.
Cuando Artur Mas y Oriol Junqueras haciendo un dueto que se grabará en DVD y se venderá junto con una estelada y una fotografía tamaño póster del equipo del FCB (aquí la ce no se refiere a Cataluña, sino a club) pongan todos estos hechos en conocimiento del pueblo catalán podrán decir con confianza y en catalán que todos deben estar tranquilos y decididos en el camino a recorrer porque la patria goza de calma.

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