domingo, 19 de enero de 2014

La desesperante política española y Gamonal como síntoma

La política española es nauseabunda. El gobierno se empeña en seguir recortando derechos sin ningún sentido como un jardinero enloquecido manejando las tijeras de podar. Uno de los últimos recortes es el que quita el derecho a la sanidad pública a los españoles que residan en el extranjero más de tres meses. Con esta medida el gobierno castiga a los españoles que deben salir de su país a buscar un trabajo que aquí no pueden conseguir porque nuestros gobernantes nos han hundido en una crisis sin precedentes de la que no tienen la menor idea de cómo salir.
¿Por qué no quitan el derecho a la sanidad pública a los imputados en casos de corrupción? Es una pregunta retórica, todos sabemos por qué no toman ninguna medida contra la corrupción.
Asturias no es ninguna excepción en el páramo nacional. El gobierno autonómico no ha sido capaz de sacar adelante los presupuestos, por lo que en 2014 deberá gobernar con los presupuestos de 2013 y hacer algunos apaños con créditos extraordinarios. Cuando más necesarios son unos presupuestos que combinen las ayudas a los que están resultando más perjudicados por la crisis con las inversiones necesarias para tratar de reconducir la misma, nuestros políticos se miran el ombligo y el PSOE prefiere mantener una ley electoral que les favorece aunque para ello pierdan los apoyos para sacar adelante los presupuestos. Lo primero es lo primero y, desde luego, no es el bien común.

Gijón, la ciudad más poblada de la región, también tendrá los presupuestos municipales prorrogados porque el PP ha puesto como condición para apoyarlos una reducción del IBI que, a estas alturas, sería ilegal, puesto que ya estaba aprobada la ordenanza fiscal para 2014.
El PP cree que la política es un juego en el que todo vale. Ha enviado a negociar con la alcaldesa a una señora que no es concejal y a la que no ha permitido finalmente alcanzar un acuerdo. Entre tanto, los concejales del PP que fueron en la lista que se votó en las pasadas elecciones parecen ser unos comparsas que nada tienen que decir. ¿Qué hacen ahí? ¿Para qué están? ¿No tienen ni un ápice de dignidad?
Los políticos, que siempre que les interesa se llenan la boca con palabras como democracia, legitimidad, representación, mandato, etc. han convertido el medio que debe ser la política en un fin. El fin formado por sus intereses personales, y hace tiempo, demasiado tiempo, que han dejado de lado lo que debería ser su objetivo prioritario: el bienestar de los ciudadanos que les han votado, a los que deberían representar y que son quienes les pagan el sueldo.
Han convertido la política en retórica, creyendo que el chascarrillo y la finta dialéctica son la sublimación de su tarea. Nos movemos entre pillos que se apropian del dinero de nuestros impuestos e inútiles que son incapaces de tener una sola idea que contribuya a arreglar alguno de los numerosos problemas que abruman a sus representados.
Por eso resultaría gracioso si no fuera grotesco verlos con la boca abierta ante los sucesos del barrio de Gamonal en Burgos, escandalizados ante las protestas de los vecinos. Son incapaces de hacer un análisis de los hechos y, ayudados por los medios de comunicación que resultan unos excelentes palanganeros del status quo, se limitan a descalificar a los manifestantes poniendo el acento y el punto de mira en los excesos (que sin dunda ha habido) y tratando de convencernos de que antisistemas de otras ciudades han ido a pescar en río revuelto.
Deberían darse cuenta de que Gamonal es un síntoma. Es el grano purulento que rasga la piel y por donde asoma el pus que delata la infección interna del organismo.
Los políticos llevan a años regando las calles con gasolina; deben ser muy prudentes usando las cerillas.

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