La política española es nauseabunda.
El gobierno se empeña en seguir recortando derechos sin ningún
sentido como un jardinero enloquecido manejando las tijeras de podar.
Uno de los últimos recortes es el que quita el derecho a la sanidad
pública a los españoles que residan en el extranjero más de tres
meses. Con esta medida el gobierno castiga a los españoles que deben
salir de su país a buscar un trabajo que aquí no pueden conseguir
porque nuestros gobernantes nos han hundido en una crisis sin
precedentes de la que no tienen la menor idea de cómo salir.
¿Por qué no quitan el derecho a la
sanidad pública a los imputados en casos de corrupción? Es una
pregunta retórica, todos sabemos por qué no toman ninguna medida
contra la corrupción.
Asturias no es ninguna excepción en el
páramo nacional. El gobierno autonómico no ha sido capaz de sacar
adelante los presupuestos, por lo que en 2014 deberá gobernar con
los presupuestos de 2013 y hacer algunos apaños con créditos
extraordinarios. Cuando más necesarios son unos presupuestos que
combinen las ayudas a los que están resultando más perjudicados por
la crisis con las inversiones necesarias para tratar de reconducir la
misma, nuestros políticos se miran el ombligo y el PSOE prefiere
mantener una ley electoral que les favorece aunque para ello pierdan
los apoyos para sacar adelante los presupuestos. Lo primero es lo
primero y, desde luego, no es el bien común.
Gijón, la ciudad más poblada de la
región, también tendrá los presupuestos municipales prorrogados
porque el PP ha puesto como condición para apoyarlos una reducción
del IBI que, a estas alturas, sería ilegal, puesto que ya estaba
aprobada la ordenanza fiscal para 2014.
El PP cree que la política es un
juego en el que todo vale. Ha enviado a negociar con la alcaldesa a
una señora que no es concejal y a la que no ha permitido finalmente
alcanzar un acuerdo. Entre tanto, los concejales del PP que fueron en
la lista que se votó en las pasadas elecciones parecen ser unos
comparsas que nada tienen que decir. ¿Qué hacen ahí? ¿Para qué
están? ¿No tienen ni un ápice de dignidad?
Los políticos, que siempre que les
interesa se llenan la boca con palabras como democracia, legitimidad,
representación, mandato, etc. han convertido el medio que debe ser
la política en un fin. El fin formado por sus intereses personales,
y hace tiempo, demasiado tiempo, que han dejado de lado lo que
debería ser su objetivo prioritario: el bienestar de los ciudadanos
que les han votado, a los que deberían representar y que son quienes
les pagan el sueldo.
Han convertido la política en
retórica, creyendo que el chascarrillo y la finta dialéctica son la
sublimación de su tarea. Nos movemos entre pillos que se apropian
del dinero de nuestros impuestos e inútiles que son incapaces de
tener una sola idea que contribuya a arreglar alguno de los numerosos
problemas que abruman a sus representados.
Por eso resultaría gracioso si no
fuera grotesco verlos con la boca abierta ante los sucesos del barrio
de Gamonal en Burgos, escandalizados ante las protestas de los
vecinos. Son incapaces de hacer un análisis de los hechos y,
ayudados por los medios de comunicación que resultan unos excelentes
palanganeros del status quo, se
limitan a descalificar a los manifestantes poniendo el acento y el
punto de mira en los excesos (que sin dunda ha habido) y tratando de
convencernos de que antisistemas de otras ciudades han ido a pescar
en río revuelto.
Deberían
darse cuenta de que Gamonal es un síntoma. Es el grano purulento que
rasga la piel y por donde asoma el pus que delata la infección
interna del organismo.
Los
políticos llevan a años regando las calles con gasolina; deben
ser muy
prudentes usando las cerillas.
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