domingo, 15 de marzo de 2015

El plumero que se me ve

Respondo al comentario de un anónimo a mi post Todo por la patria. Quizás el comentario no merezca tanto, pero estoy tan harto de que antes de comenzar un artículo crítico sobre el PP haya que dejar sentado que no por ello defiendo al PSOE o de que antes de criticar alguna actuación del PSOE haya que anticipar que ello no significa que disculpe las tropelías del PP, que el comentario a mi post me ha encendido de nuevo la sangre. Ya sé que debería ignorar esas estupideces, pero, lo siento, es algo más fuerte que yo.
Decía el comentarista anónimo: “Los millones que se ha llevado la BAnca, la patronal y el PP... nada, minucias. Pelillos a la mar. Se te ve el plumero.”
Pues sí, es posible que se me vea el plumero, ¿a quién no?, pero mi plumero no distingue a los sinvergüenzas por las siglas con las que se amparen o por la cobertura ideológica que les ha permitido alcanzar la posición desde la que se han dedicado al expolio. A mi plumero le resulta deplorable el enriquecido con la Gürtel, los EREs, la operación Púnica o cualquier otro sinvergüenza que, abusando de la confianza de las personas que lo han aupado hasta donde está, se ha dedicado a llevárselo crudo.
Es cierto que me produce mucho más repelús el caso de los EREs de Andalucía o los casos de corrupción entre los representantes sindicales, pero es que a mi plumero le resulta mucho más odioso que le robe quien prometía defenderle (sindicatos) que alguien que nunca ha ocultado que defendía otros intereses (patronal).
Mi plumero nunca esperó nada de las patronales porque nunca le habían dicho (ni él lo habría creído de haberlo hecho) que defendían su bienestar, que querían emplear los fondos de formación para mejorar su situación o sus posibilidades de encontrar un trabajo o mejorar en el que tuviese. No, las patronales siempre han defendido sus intereses, como los sindicatos, se supone, defendían los nuestros, los de los trabajadores. Por eso me produce mayores arcadas que un sindicalista robe los fondos de formación o se aproveche para sus intereses personales o de sindicato del dinero que debería destinarse a amparar a los afectados por un ERE o a formar a los parados para mejorar sus posibilidades de encontrar un trabajo.
Es decir, que el que vea mi plumero lo verá, seguramente, del color de sus lentillas y seguirá pensando que los corruptos malos son los del partido de enfrente, que los de su partido siempre tendrán una excusa o una buena razón para hacer lo mismo que critican en los adversarios. Y seguirán acudiendo a votar como el que va a un partido de fútbol, esperando que gane su equipo, de la manera que sea, fingiendo un penalti o un comprando al árbitro, todo vale con tal de ganar al rival.