domingo, 30 de enero de 2011

El presidente de FADE y los trabajadores

El presidente de FADE ha dicho que, después de esta crisis, los trabajadores deben saber que ya no tendrán nada seguros.
Severino García Vigón, que así se llama el ilustre personaje, se equivoca. Los trabajadores, después de esta crisis, tenemos muchas cosas seguras, sabemos con toda certeza que:
  • Esta crisis y las que vengan las pagaremos nosotros.
  • El gobierno de turno usará nuestros impuestos para que los bancos superen sus dificultades.
  • Seguiremos pagando con nuestros impuestos subvenciones de todo tipo a los sacrificados empresarios que tanto nos quieren y tanto se sacrifican por nosotros y tanto dinero ganan a nuestra costa.
  • Seguiremos pagando millonarias subvenciones a los sindicatos para que vuelvan a pactar con el gobierno y la patronal los recortes de nuestros derechos.
  • Seguiremos pagando los privilegios de nuestros políticos, sus viajes, sus despilfarros, sus caprichos y sus errores.
  • Seguiremos pagando canales de televisión públicos que los políticos utilizan para su mayor pompa y boato y, de paso, para colocar a sus amiguetes y compañeros de partido.
  • Seguiremos observando perplejos cómo se destapan casos de corrupción, en todas las administraciones de nuestra España plural y diversa (en lo cultural y uniforme en la picaresca y el fraude) en los que políticos y funcionarios se enriquecen con nuestro dinero.
  • Volverán a meter mano en el pilar de nuestra sociedad del bienestar: las pensiones, empobreciendo y precarizando a las personas más débiles y desamparadas de la sociedad: los ancianos.
El presidente de FADE está muy equivocado, después de esta crisis, los trabajadores tenemos más cosas seguras que nunca.

viernes, 28 de enero de 2011

Es hora de pedir cuentas a nuestros políticos

¿Para qué sirven nuestros políticos?
Quisieron convencernos de que ya habíamos superado a Italia y de que en breve superaríamos a Francia.
Gastaron el dinero que tenían y el que no tenían. Todo nuestro, claro.
Se dieron buenos sueldos, coches oficiales y tarjetas VISA. Se dotaron de buenas pensiones y se preocuparon de hacerlas compatibles con todo, mientras nuestras pensiones no son compatibles con nada.
Construyeron edificios que no hacían falta, contrataron asesores que asesoraban a los asesores que asesoraban a los políticos.
Los funcionarios y los contratados por las diferentes administraciones crecieron exponencialmente.
La corrupción se fue extendiendo por todos los ámbitos de la administración pública: recalificaciones, comisiones; estudios, servicios y trabajos innecesarios o nunca realizados que se pagaban a precio de oro, a los amigos, pore supuesto.
Gestionaron las Cajas de Ahorro a su capricho político y por su propio interés personal o electoral y han llevado al borde la desaparición, cuando no a la quiebra, a estas instituciones que canalizaron los ahorros populares desde hace más de un siglo.
No ha habido cosa que hayan tocado o en la que hayan intervenido que no hayan dejado maltrecha, desvirtuada o con grandes dificultades.
Y ahora que no queda dinero en la caja, que el país está arruinado, sin empresas, sin trabajo y sin estructura productiva, atacan la base de nuestro estado social: las pensiones.
Aumentan los años para tener derecho a recibir una pensión, retrasan la edad de jubilación y aumentan el periodo de cálculo. Es decir, reducen las pensiones y ponen más dificultades para que los trabajadores puedan tener derecho a una pensión pública.
Pero debemos agradecérselo porque lo hacen por nuestro bien.
Ellos no quieren perder sus privilegios porque quieren que los políticos estén bien pagados y puedan dedicarse a su actividad sin incertidumbres y con más seguridad y facilidad que cualquier trabajador por cuenta propia o ajena.
Ellos quieren eso, pero ¿qué queremos nosotros? ¿Los necesitamos para hacer unas políticas desastrosas que al final pagamos todos nosotros?
Los políticos manejan cosas muy valiosas como para que les dejemos jugar impunemente con ellas.
Yo ni siquiera creo que sea necesario modificar las pensiones, como no se cansan de repetirnos. Pero lo que sí creo es que es hora de pedirles cuentas de lo que han hecho y de lo que no han hecho; de habernos hecho más pobres, más vulnerables y con menos derechos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Álvarez-Cascos y el PP: historia de intereses y torpezas

El caso del PP de Asturias, Cascos incluido, deberá analizarse en los cursos de teoría política de cómo se pueden frustrar gobiernos y expectativas por las ambiciones de unos y las torpezas de todos.
Me parece incomprensible que una persona como Álvarez-Cascos, que ha sido secretario de organización del PP, y que puede ser muchas cosas, pero no poco inteligente, haya creído que era posible ser candidato a la presidencia de una Comunidad Autónoma, en este caso, Asturias, sin contar con la colaboración-aprobación de los órganos del partido aquí y en Madrid.
Él sabe, mejor que nadie, que los partidos son organizaciones creadas para garantizar la supervivencia de sus dirigentes, en primer lugar, y, en segundo lugar, para alcanzar el poder. Suya es la frase, en la otra gran crisis del PP asturiano: “más vale partido sin gobierno, que gobierno sin partido”. En aquella ocasión, en Asturias, se quedó sin las dos cosas. Pero la razón por la que los políticos actúan así es clara: en este bipartidismo imperfecto que es la democracia española, los dos grandes partidos son gobierno y oposición, según el lugar y la administración, de modo que tienen poder (léase dinero) para repartir entre sus dirigentes, que ostentan, a la vez, cargos de representación. Como todos ellos, en su gran mayoría, viven sólo de la política y siempre lo han hecho, tienen que conservar su puesto de trabajo como sea porque es su medio de vida y no van a tener la oportunidad fuera de la política de tener unos trabajos tan generosamente remunerados. Sólo hay que repasar los ingresos que perciben y compararlos con sus curriculums profesionales.
También me parece incomprensible que los dirigentes del PP asturiano y nacional hayan decidido prescindir de un candidato que podría asegurarles la victoria que vaticinan las encuestas.
¿Tan difícil era pactar una candidatura encabezada por Álvarez-Cascos, a quien habían puesto como ejemplo de político comprometido con Asturias en su etapa de vicepresidente del gobierno y de ministro de fomento? ¿Cómo es posible que a quien ponían como hacedor indiscutible de las infraestructuras de la región no sea válido para gobernar la Comunidad Autónoma?
Demasiados personalismos, demasiados intereses personales y ninguna ambición política salvo la de seguir en unos puestos excelentemente remunerados y de escasa o nula responsabilidad.
La dirección nacional del PP ha actuado con una lamentable falta de consideración hacia Asturias y hacia sus votantes asturianos, convencida, quizás, de que en las elecciones generales van a tener votos de sobra para gobernar. Pero es posible que no cuenten con que necesitarán mayoría absoluta para poder hacerlo, porque, de otro modo, no conseguirán los apoyos necesarios para la investidura; y en esas condiciones, no se puede despreciar no ya un escaño, no se puede despreciar ni un solo voto. Sería divertido que Rajoy, finalmente, no consiguiera su ansiada investidura por un diputado que podría haber conseguido en Asturias. Sería un justo castigo a su soberbia y al, si no desprecio, sí menosprecio por esta región.