domingo, 31 de marzo de 2013

Genios (de la economía) sin lámpara

El Banco de España y la patronal y muchos analistas a sueldo (y amateurs, que de todo hay en la viña del Señor) siguen recomendando las fórmulas que tan buenos resultados nos vienen dando en estos años de crisis: bajadas de salarios y modificación del mercado de trabajo, que es la forma fina con la que nos dicen que hay que ir al modelo del ahí te quedas y te pudras cuando el empresario crea que sus beneficios ya no son tan suculentos como deberían o le parece que por tu salario pueden contratar a cuatro jóvenes sin experiencia y todavía ahorrarse unos euros.
Está saliendo todo tan bien en España en particular y en los países del sur de Europa en general, que no me extraña que sigan recomendando esas fórmulas con las que, de seguir así, pronto pasarán del “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” al “no tenéis posibilidad de seguir viviendo”.
El ser humano es destructivo y cuanto más ha costado construir algo, mayor parece la satisfacción al derribarlo. Quizás por eso, porque la construcción de la UE ha sido tan larga y costosa, sea tan grande el interés que en destruirla se han tomado los países del Norte.
Con Merkel de jefa de los dinamiteros y el resto de países ricos ansiosos por deshacerse de los vagos y sucios pueblos del sur, han cogido la piqueta y se han puesto a demoler el edificio aun a riesgo de que los cascotes les golpeen en su propia cabeza.
Aquí, en España, nuestros empresarios se sienten como nuevo Unamunos y gritan sin parar: que paguen ellos, que creen puestos de trabajo ellos... Esperan que sean otros los que creen los puestos de trabajo y paguen salarios que permitan a las familias consumir algo más que artículos de primera necesidad. Y entre tanto se lamentan por las cifras de la economía que siguen informando lo que todos sabemos: que el enfermo está en estado de coma y sus constantes vitales no auguran un feliz desenlace.
Ahora toca lamentarse por las pobres cifras del turismo interno en esta Semana Santa y, como somos geniales engañándonos a nosotros mismos, le echamos la culpa al mal tiempo.
Pues sí, son malos tiempos, pero no es el atmosférico el causante de esos malos datos, sino los tiempos en los que nos ha tocado vivir, dirigidos desde fuera por países que se ven como hormigas y que nos ven como molestas cigarras, sin comprender que la sociedad capitalista sólo funciona con un buen equilibrio entre estos dos animales de la fábula, y han decidido que ha llegado el invierno y no piensan aliviar la situación a la que hemos llegado por nuestra mala cabeza al haber dejado en manos de golfos e inútiles el gobierno de nuestros países en los que hasta hace nada se se ataban los perros con longaniza y se llevaban al veterinario a bordo de Mercedes, BMWs y Audis que los bancos nos habían animado a comprar con una hipoteca por el 110% del valor de una casa que no valía ni el 70%.
Me gustaría que alguno de los genios que recomiendan trabajos precarios y mal pagados nos dijera, antes de regresar a la lámpara de Aladino, si piensa que el futuro de España pasa de nuevo por la obra pública, ya que no creo que hayan bastantes puentes para alojarnos a todos. O si la ganadería intensiva tendrá un futuro esperanzador para poder facilitar burros de alquiler a todos los que no tendremos dinero, no ya para pagar el coche, sino tan siquiera la gasolina.
Permanezcan atentos a sus pantallas y no se extrañen si ven construir puentes donde no hay ríos; no crean que se trata de continuar con la acertada política de hacer aeropuertos sin aviones, estaciones sin trenes o puertos sin barcos. No. Se tratará del resurgir de la nueva edificación residencial.
Lástima que los residuos del nuevo medio de transporte sean tan visibles, porque lo que es el olor pasaría desapercibido.

jueves, 28 de marzo de 2013

El futuro tiene la cara del pasado

El capitalismo moderno tiene como base el ahorro y el consumo. El gran desarrollo de las sociedades occidentales desde la mitad del pasado siglo XX se debe a la creación de una gran clase media con capacidad de consumo porque ya no necesitaba ahorrar “para el día de mañana”, puesto que las necesidades esenciales las tiene aseguradas: una pensión que le permitirá vivir desahogadamente en la vejez y una asistencia sanitaria que le atenderá si sufre una enfermedad.
Esta crisis está cambiando nuestro mundo de una manera radical y si todo sigue así las sociedades occidentales de los países del sur de Europa se parecerán más a las del siglo XIX en los albores del maquinismo que a las de finales del siglo XX.
Todos los pasos dados para resolver la crisis han sido equivocados, aunque quizás deliberadamente equivocados. Hay que precisar que eso ha sido así en Europa, pero no en Estados Unidos.
Comenzaron por enterrar miles de millones de los ciudadanos para paliar las pérdidas de los bancos, porque había que salvar el sistema financiero. Sin embargo, no se puso el mismo interés en salvar a las familias o a las empresas que, ante la falta de crédito y la asfixia de los recortes presupuestarios de los países se iban hundiendo cada vez más en la ruina.
La crisis, alimentada por la austeridad, se va prolongando y estamos ya en su séptimo año.
Ahora han comenzado a cambiar las reglas del juego: los ahorros ya no están seguros en los bancos, porque si su banco o el sistema financiero de su país tiene dificultades, por alguna razón que nadie se ha molestado en explicar, tomarán parte de su dinero para sanearlos.
Qué consecuencias traerá esto, ya hecho en Chipre y con intención de convertirlo, si no en ley, sí en norma de uso; pues traerá como consecuencia una fuga masiva de capitales de los países del sur de Europa con destino a Suiza, países del norte de Europa o Estados Unidos. En una palabra descapitalización y empobrecimiento (más) de los países del sur.
En los países del sur de Europa, en la Europa pobre, para entendernos, se han empezado a recortar los salarios, las pensiones, el subsidio por desempleo, etc.
Tendremos que volver a “ahorrar para el día de mañana”, porque es posible que nuestra pensión no nos permita vivir dignamente; o porque si tenemos la desgracia de caer enfermos, es posible que no tengamos toda la cobertura sanitaria que necesitemos y también es posible que el subsidio que recibamos durante la enfermedad no nos permita hacer frente a los gastos habituales.
Volverán las cajas de pensiones mutuas, para garantizar lo que los bancos ya no pueden y, claro, nuestros sistema financiero será de escasa dimensión y no habrá crédito para que nazcan nuevas empresas o se desarrollen las que ya existan.
El consumo se reducirá drásticamente, porque el dinero se destinará al ahorro y no al gasto, de modo que nuestro sistema productivo, que está siendo diezmado durante estos años de crisis, tardará varios lustros en recuperarse.
En estas circunstancias, será cosa de tiempo, seguramente de poco tiempo, que los países del sur de Europa salgan del Euro o que los del norte creen un espacio económico, sin los del sur, con una moneda distinta del Euro.

domingo, 17 de marzo de 2013

¿Sería mucho pedir?

Viendo cómo este año 2013 sigue aumentando el paro, sigue habiendo EREs, siguen cerrando empresas; viendo, en pocas palabras, cómo nuestro país sigue desmoronándose ante la pasividad e indolencia de nuestros políticos me pregunto:
¿Sería mucho pedir que un empresa con beneficios milmillonarios cuyo máximo accionista sigue escalando puestos en la lista de hombres más ricos del mundo, creara algunos cientos o miles de puestos de trabajo en nuestro (su) país?
¿Sería mucho pedir que una de las pocas Cajas de Ahorros que no tiene problemas, que tiene beneficios que se cuentan en miles de millones y que, como Caja de Ahorros que es, no tiene ánimo de lucro, dejase el ERE por el que piensa destruir 3.000 empleos para un poco más adelante?
¿Sería mucho pedir que las empresas que tienen beneficios, que las hay y son muchas, creasen algunos puestos de trabajo aunque circunstancialmente eso disminuyera algunos puntos su porcentaje de beneficios?
¿Sería mucho pedir que las empresas que están bien situadas en su sector y no tienen dificultades no apretasen hasta la asfixia a sus proveedores para que éstos no se viesen obligados a ajustar sus plantillas y a disminuir sus salarios para poder cumplir con sus exigencias?
¿Sería mucho pedir que las empresas que pueden hacerlo no se beneficien de la situación económica y del miedo de sus trabajadores para pedirles más trabajo por menos salario?
¿Sería mucho pedir que las empresas que pueden hacerlo, y las hay, pidieran un esfuerzo a sus trabajadores para crear más puestos de trabajo y no para generar más beneficios?
¿Sería mucho pedir a los sindicatos que en las empresas que puedan soportarlo planteasen incrementos de plantilla soportados en parte con congelaciones o ligeras disminuciones de la masa salarial actual?
¿Sería mucho pedir que todos los portavoces de los grupos parlamentarios, liderados por el presidente del gobierno, emitieran una petición formal a los poderes económicos del país para que se muestren solidarios con sus compatriotas y piensen en el bien común y no sólo en sus cuentas corrientes?
La situación de España es desesperada, su tejido productivo se está desmoronando entre las empresas que no pueden soportar la disminución de las ventas, las que se ven asfixiadas por la falta de financiación, las que se ven obligadas a vender sus productos o servicios por debajo de coste presionados por sus clientes más fuertes, en una huída hacia adelante confiando ciegamente en que llegue antes la recuperación económica que su ruina definitiva.
Hay muchas empresas aprovechando la situación económica para, dicen, posicionarse más ventajosamente en el mercado sin pararse a pensar que serán tremendamente competitivas en un mercado inexistente por falta de clientes con capacidad de compra.
Entre las medidas del gobierno, el comportamiento de las entidades financieras y las empresas que se están aprovechando de la crisis para su propio beneficio, conseguirán que la economía española termine siendo un cadáver con sus constantes vitales bien controlodas... en una línea plana con origen en el cero.
Hay demasiada gente en el agua luchando desesperadamente por agarrarse a la borda, colaboremos todos a salvarlos y sacarlos del agua, si no lo hacemos por ellos, hagámoslo al menos para que la lancha no se vaya definitivamente a pique.

domingo, 3 de marzo de 2013

Ellos son nuestra esperanza

Hoy tenía previsto escribir sobre otro asunto, pero mi hija me envió un correo con este enlace a un artículo de El País y he preferido recomendar su lectura encarecidamente.
El artículo habla de jueces muy alejados de los mediáticos jueces estrella, que desde sus juzgados, con escasos medios (porque los sinvergüenzas que nos gobiernan ahora y antes no tienen interés en dotar de medios a quienes les pueden meter en la cárcel) y enormes presiones políticas y sociales sacan adelante tremendos (por su extensión y por la corrupción que destapan) sumarios sin ningún apoyo, ni siquiera de los órganos que están creados para garantizar que pueden desarrollar su trabajo con independencia.
Son ellos los que están en las trincheras, primera línea, defendiendo la democracia de la corrupción de todo tipo y color que nos asola y que ha conducido a nuestro país a la ruina en la que se encuentra.
Les debemos un justo reconocimiento y deben contar con nuestro apoyo incondicional, porque son nuestra (¿última?) esperanza, porque si estos jueces tiran la toalla estaremos definitivamente perdidos.