domingo, 20 de octubre de 2013

La crisis ha terminado

Esta semana nos han anunciado la buena nueva: la crisis ha terminado. Crisis is over podría cantar Lenon si siguiera entre nosotros.
El Príncipe de Asturias, Rajoy, el gobierno todo y Botín nos anunciaron que la crisis había terminado. Estamo terminado 2013 y 2014 se presenta en lontananza próspero, ubérrimo, con sus campos manado leche y miel preparados para recibirnos tras nuestra larga marcha por el desierto de la recesión en busca de la tierra prometida.
Ha sido un viaje largo y duro, pero ha valido la pena, ha venido a decir Rajoy con ese verbo de los políticos capaz de hacer suyos nuestros sacrificios, lo cual no deja de tener su mérito, pues tiene que resultar muy difícil sentir la dureza del camino y el calor insoportable del desierto cuando se transita cómodamente sentado en el interior de un coche de lujo con aire acondicionado.
La crisis ha terminado, España es tierra de oportunidades y el dinero llega a nuestro país en grandes cantidades y de todos lados (Botín dixit) y en un ambiente de euforia tal yo me siento emocionado y feliz al comprobar cómo nuestros sacrificios han valido la pena. Hemos tenido que apretarnos el cinturón, hemos perdido poder adquisitivo, los más afortunados, los menos han perdido su casa, su empleo o a sus hijos que han tenido que irse del país para buscarse la vida (como ahora se llama a ganarse el pan con el sudor de la frente).
Hemos perdido servicios, hemos perdido calidad en los que todavía nos siguen prestando, nos cuestan más dinero y las administraciones todas se afanan, y con cierto éxito, todo hay que decirlo, en sacarnos el poco dinero que tenemos con tasas e impuestos de todo tipo.
La crisis ha hecho que tengamos que pagar, repagar y copagar todo lo que ya pagamos con nuestros impuestos. Pero todo es por nuestro bien y, al parecer, la luz ya se vislumbra al final del túnel. Quizás nosotros no la veamos todavía y nuestros ojos, atrofiados por años de oscuridad, no son capaces de apreciar ese pálido reflejo que sí pueden ver en lontananza aquellos que, por haber seguido siempre a plena luz del sol, pueden apreciar esos leves rayos que quieren romper la oscuridad en la que estamos sepultados.
Tenemos menos becas y se exigen más notas para alcanzarlas. Algunos alumnos deben devolver las becas que recibieron el pasado año y tendrás dificultades para hacerlo porque, con su mala cabeza de pobres sin criterio, han tenido la mala idea de gastar su importe en matrícula, libros, apuntes y (seamos sinceros) hasta puede que un bocadillo o incluso un cubata en un momento de ofuscación.
Tenemos menos ayudas para la dependencia a pesar de que nuestros dependientes siguen teniendo poca consideración con la situación económica del país y se agarran a la vida como si fuera lo único que tienen.
La sanidad tiene menos recursos y las listas de espera se alargan en el tiempo y en el espacio aumentando el sufrimiento de los enfermos. Aunque hemos de reconocer que, al menos, estos recortes colaboran doblemente al bien de nuestra economía, pues al ahorro directo se añade el indirecto de los enfermos que fallecen y dejan de ser un gasto para esta sociedad acostumbrada a vivir por encima de sus posibilidades.
Pero la crisis is over y debemos congratularnos. Seguimos con casi seis millones de parados, cierra Fagor, cierra Tenneco, las comunidades autónomas tendrán que disminuir su gasto en 8.000 millones de euros más en los próximos dos años, según el plan enviado por el gobierno a Bruselas para su aprobación, pero eso son pequeños detalles que sólo nos importan a nosotros, los pobres mortales que no invertimos en bolsa, ni sabemos nada de macroeconomía y nos dejamos influir por los comercios vacíos, los restaurantes sin clientes y las quejas de las personas que hacen cola ante las oficinas del INEM.