martes, 24 de junio de 2008

La economía según Zapatero

Zapatero ha utilizado la quinta acepción del diccionario de la RAE para adjetivar la situación económica y tildarla así de seria, en lugar de utilizar el adjetivo más común en castellano, es decir, grave. Aunque es cierto que, como en tantas otras cosas, nos dejamos llevar por los anglicismos y traducimos sin más "serious" por serios, cuando es más propio decir graves. Basta probar el traductor de Google, Premio Principe de Asturias, y ver cómo traduce correctamente y pone graves. Pero, en fin, sí es cierto que la situación económica es grave y también seria, porque nadie puede tomarse a broma lo que está ocurriendo. Las personas que las pasan canutas para llegar a fin de mes, que no pueden pagar su hipoteca o que pierden el tiempo en la oficina de empleo (mejor sería decir de desempleo) no están para muchas risas. Pedro Solbes, vicepresidente económico, y también hombre serio, dice que las medidas económicas anunciadas por Z han de tener más un efecto psicológico que efectivo sobre la situación económica. Es decir que vamos progresando hacia la tribu y, por tanto, estamos en vías de ponernos en manos del hechicero. ¿Terminará hundiéndonos su mano entre las costillas y sacando nuestro corazón, aún latiendo, a la vista del público enfervorizado? Yo, por el momento, ya he pedido un chaleco antibalas, por lo que pueda pasar. Quizás la verdadera razón por la que el PSOE nos pedía que pusiéramos un dedo sobre la ceja en la pasada campaña electoral era para que nuestro pecho fuera más vulnerable, más que como gesto de apoyo a Z, que a mí siempre me pareció una mezcla extraña entre la horterada y la cursilería. Claro que a mí luego no me contratan los ayuntamientos amigos para hacer bolos, que amor (apoyo) con amor (dinero) se paga. Pero que nadie se inquiete, el capitán (Z) sigue en el puente de mando y la orquesta, con algún desafinado de PRISA últimamente, sigue tocando en cubierta. Aún faltan unos pocos meses para que la gente empiece a pelearse por los botes salvavidas y a caerse por la borda mientras el barco emerge negativamente hacia el fondo. ¡Vaya si es seria la situación económica! ¡Como para reírse!

miércoles, 18 de junio de 2008

El PSOE quiere apropiarse el ascenso del Sporting de Gijón

El Sporting de Gijón ha ascendido a primera división después de 10 años en segunda. El espectáculo el domingo pasado en El Molinón fue emocionante y las celebraciones al final del partido y al día siguiente mostraron a una ciudad poseída por una especie de histeria colectiva en la que la felicidad de cada uno parecía depender únicamente de la felicidad común, del triunfo del equipo de fútbol.

Las autoridades locales y autonómicas participaron en la fiesta, colaboraron en su organización e hicieron las correspondientes recepciones oficiales a los jugadores, técnicos y directivos del equipo.

Hasta ahí todo perfecto. Espero escribir próximamente de mis temores sobre el futuro, no tanto futbolístico como de gestión. Pero estaba esperando a que los ánimos se serenaran porque tampoco se trata de ser un aguafiestas. Sin embargo, hoy me he decidido a escribir acerca de otros aspecto, animado por un artículo publicado en el diario El Comercio y firmado por José Manuel Sariego, Secretario del PSOE de Gijón. Decía el bueno de Sariego que algunos concejales del PP habían sido oportunistas uniéndose a las celebraciones del ascenso y que lo eran porque no habían querido ser oportunos, como sí lo fue la alcaldesa, cuando acudió para ayudar económicamente al Sporting a pesar de las críticas de la oposición. Alababa, en cambio, la actitud de los ediles de IU que también habían estado en contra de dichas ayudas, porque, según él, habían tenido la coherencia de no sumarse a la celebración.

Tengo que reconocer que no me ha sorprendido el contenido del artículo, aunque sí que se pusiera negro sobre blanco y en un periódico, sin el menor asomo de pudor.

El escrito del Sr. Sariego deja ver claramente el concepto patrimonialista del poder que tienen muchos políticos. Y lo tienen tan asumido que ni tan siquiera se dan cuenta de ello. De ahí que lo demuestren de manera tan abierta y diáfana.

Lo primero que debe recordar el Sr. Sariego es que la alcaldesa ayudó al Sporting con nuestro dinero, con el dinero de todos los gijoneses, con el de los que votaron al PSOE y al PP y a IU, con el de los que votaron a otras fuerzas políticas sin representación y con el de los que no votaron a nadie. Con el de todos, Sr. Sariego. De modo que la ayuda al Sporting, querida o no, criticada o no, fue de todos los gijoneses.

Yo no estuve de acuerdo con la compra de Mareo y sigo sin estarlo. No creo que las instituciones públicas deban ayudar económicamente a entidades privadas, más allá de lo que se estima razonable y la compra de Mareo no lo era. Sigo pensando, por tanto, que el ayuntamiento no debió hacer esa compra. El uso del dinero de todos los gijoneses ha de redundar en todos nosotros y no creo que se pueda defender razonablemente que la compra de Mareo haya beneficiado a los gijoneses en modo alguno.

Ahora bien, una vez que el equipo de gobierno decidió hacerlo y lo hizo, ¿qué debemos hacer los que nos oponíamos? ¿entristecernos por el ascenso del equipo? Sr. Sariego, el que pensáramos que no debería haberse tomado tal medida no quiere decir que no sintamos a la ciudad e incluso al equipo de fútbol que la representa, lo único que quiere decir es que tenemos otras prioridades.

Voy a ponerle un ejemplo que quizás le permita entender mi razonamiento. Si una persona piensa que un familiar debería ser “desenchufado” para que no siga sufriendo, pero su familia más directa les pide a los médicos que continúen el tratamiento unos días más para ver si se produce el milagro, si finalmente el enfermo se recupera ¿qué debe hacer aquella persona, irse a su casa apesadumbrado por la curación inesperada? ¿no podrá alegrarse de la mejoría de aquél al que había dado por desahuciado?

Sr. Sariego, no quiera colgarse, ni colgar a su partido más medallas que las que estrictamente les corresponden. El amor a una ciudad, a un equipo, a unos colores, no se demuestran gastando el dinero de los contribuyentes. Se demuestra, en todo caso, gastando el dinero propio.

También hay otras formas de demostrarlo. Le voy a sugerir una: averigüe por qué el Sporting cayó en manos de quien cayó y qué responsabilidad tuvo en ello el entonces alcalde y ahora presidente del gobierno de Asturias, Sr. Areces. Por cierto, correligionario suyo. A lo mejor se encuentra con que el equipo de gobierno fue, en su día, parte del problema como lo fue después de la solución. Pero, eso sí, siempre con nuestro dinero. ¿A que le suena todo esto?

lunes, 16 de junio de 2008

Irlanda ha votado no al Tratado de Lisboa

Irlanda ha votado no al Tratado de Lisboa y nuestros más recios defensores de la democracia se han apresurado a ponerla como chupa de dómine. Lo más curioso es que el argumento más empleado para criticar el resultado ha sido el de considerar que eran unos desagradecidos porque era el país que más dinero había recibido de la UE. No hablaban de las bondades del Tratado de Lisboa y de los beneficios que nos reportaría a todos los europeos, no. No sé si porque no es así o porque los que hablaban no conocen el Tratado ni sus virtudes. Recordaban cómo Francia y Holanda habían "tumbado" la constitución europea votando no en sus referéndum, pero ahí no había crítica. No sé si porque no les gustaba el proyecto de constitución o porque Francia y Holanda son ricos, no han recibido dinero de la UE y eso les autoriza a votar lo que les dé la real gana, pero por los comentarios tan delicados que le dedicaron a Irlanda, más parecía ser este último el motivo.

La verdad es que oír y leer a algunos fue una auténtica lección de democracia aplicada y pude darme cuenta de que cualquier día criticarán a un parado por votar al partido de la oposición después de haber estado cobrando el paro durante el mandato del gobierno saliente. También es muy posible que, si alguna vez se reforma la constitución española, cuando deban someterla a referéndum critiquen el que, por ejemplo, Asturias vote en contra después del dinero recibido del estado central. Y lo mismo le podrían decir a Andalucía, Extremadura, etc. Y supongo que nada reprocharán a que Cataluña, Valencia, Madrid, etc. voten lo que les parezca, ya que son comunidades ricas que no han recibido, sino aportado dinero para las demás.

Quizás algún día, además del carnet de identidad, cuando vayamos a votar, tengamos que llevar también nuestra declaración de la renta para ver si podemos votar lo que queramos o sólo lo que nos manden. Ya está bien de que aquí cada uno vote lo que le dé la gana. ¿Pero, dónde se ha visto, que cualquier muerto de hambre pueda votar como un acaudalado empresario, un fiel servidor de la cosa pública o un opinador de los grandes o menos grandes medios de comunicación? ¡Ah, no! ¡Ni hablar!

Porque, claro, en Irlanda quizás han oído hablar del nuevo proyecto de la UE para aprobar la semana laboral de 65 horas y como los irlandeses deben de ser unos vagos de tomo y lomo han votado no a lo que han podido. También es posible que hayan leído el fallo (nunca mejor dicho) del Tribunal Europeo de Luxemburgo que ha considerado legal que una empresa tenga trabajadores de otro país miembro pagándoles los salarios de su país de origen y no los que les corresponderían en el país que están trabajando. Y como los irlandeses, además de vagos, seguramente son unos peseteros (perdón, eureros), cuando les han llamado a votar, han dicho que verdes las han segado.

En fin, no sé que quieren estos irlandeses, con lo feliz que se puede ser yendo a trabajar a Alemania 65 horas de nada a la semana y cobrando el salario de un español. Yo, desde luego, me apunto. Al fin y al cabo, para que quieres el tiempo libre; con un salario español en Alemania, salvo morirte no puedes hacer otra cosa, así que, entre tanto, ¿qué mejor que crear riqueza para los ricos mientras el cuerpo aguante?

Por cierto, ¿alguien sabe algo de nuestros sindicatos de clase?

La UE era un gran sueño que empezó llamándose Mercado Común y todos queríamos entrar en él porque no sabíamos que la mercancía íbamos a ser nosotros.