lunes, 20 de octubre de 2008

La memoria histórica (valga la redundancia)

La guerra civil española fue terrible, como todas las guerras. La ignorancia, la incultura y la miseria llevaron a aquellas personas a un enfrentamiento brutal y la guerra fue la última y más terrible consecuencia. Fue tan tremendo y produjo un trauma tan grande que setenta años después seguimos sin ser capaces de desprendernos de esa lacra.


Cuarenta años de dictadura perpetuaron el atraso secular de nuestra sociedad. Treinta años de democracia no han sido capaces de salvar la distancia y seguimos en la cola de Europa, por mucho que queramos presumir de desarrollo y por más que nuestros políticos se queden afónicos repitiendo la envidiable posición que hemos alcanzado.


Setenta años mirando al pasado son demasiados años. Demasiados esfuerzos volcados en el pasado que se restan de trabajar por el futuro.


Ya va siendo hora de que nos olvidemos de la década más esterilizadora de nuestra historia. Ya va siendo hora de que dejemos para la historia lo que es historia. Tengamos en cuenta el pasado para no volver a cometer los mismos errores. Y decidamos de una vez por todas caminar hacia adelante sin mirar por el espejo retrovisor más que para ver si podemos adelantar.


Que los que desean recuperar los restos de sus seres queridos tengan todo el apoyo de las administraciones implicadas. Que los que se sienten tranquilos dejando las cosas como están no se sientan violentados ni coaccionados.


Quien ha perdido a un ser querido nunca se verá recompensado, haya estado en el bando que fuera, la muerte iguala a todos en el sufrimiento, el dolor y la ausencia insustituible.


Hubo un tiempo en que fuimos capaces de sentirnos orgullosos de dejar atrás viejos rencores para poder construir un futuro en paz en el que, por fin, no hubiera vencedores, ni vencidos. Sin embargo ahora, treinta años después, reaparecen las ganas de pasar factura, de ajustar cuentas. Son, quizás, una minoría entremezclada entre un buen número de personas de buena fe.


Esperemos que los que de nuevo se empeñan en sembrar odio y rencor, insisto, unos pocos lobos que intentan aprovecharse de la buena fe de los corderos, no consigan arruinar nuestra convivencia.


Somos de los países de nuestro entorno en el que hay mayor consumo de drogas, el que tiene mayor porcentaje de fracaso escolar, en el que hay más víctimas en accidentes de tráfico, el que más muertos tiene en accidentes laborales, el que peores perspectivas tiene ante la terrible crisis que nos azota...


Creo que son retos suficientes para que dediquemos todo nuestro esfuerzo a trabajar por el futuro, sin que el pasado nos reste un ápice de energía; y eso no lo conseguiremos mientras no lo pongamos de una vez para siempre en el lugar que le corresponde: la historia.

lunes, 13 de octubre de 2008

Orwell no andaba nada descaminado

Los políticos no saben resolver nuestros problemas. No saben como atajar esta crisis que amenaza con arruinar el sistema o lo saben pero no se atreven a hacerlo. No saben cómo hacer frente al problema de las pensiones y de la sanidad agravados por el envejecimiento de la población. No saben cómo atajar el problema demográfico de los países occidentales. No saben...


Como no saben resolver los problemas importantes se dedican a legislar asuntos que competen sólo a la privacidad de las personas. Se empeñan en decirnos que no debemos beber, ni fumar, ni comer grasas, ni ir sin el cinturón de seguridad, ni, ni, ni...


Y siguen. Ahora en Cataluña quieren legislar la edad a la que los padres adoptivos deben decirle a su hijo que es adoptado.


En Madrid el alcalde ha decidido prohibir los hombres anuncio, porque, según él atenta a la dignidad de las personas. Como si la dignidad dependiera de llevar un cartel con un anuncio.


Habría que empezar por preguntar a Gallardón qué cree él que es la dignidad.


¿Por qué no ha prohibido que las prostitutas busquen su clientela por las esquinas? Quizás le parece digno el ofrecimiento y venta del propio cuerpo para ganarse la vida.


También podría prohibir los mítines políticos, porque es bastante indigno que los candidatos se dediquen a prometer, micrófono en mano, todo lo que no piensan cumplir ni de lejos si finalmente son elegidos.


¿Y qué tal prohibir al cobrador del frac o al torero de los morosos? ¿Eso sí le parece digno? ¿O quizás pertenece a la libertad de empresa?


Espero que siguiendo la estela de los catalanes también se legisle la edad a la que los padres deben decir a sus hijos que son homosexuales (los padres, no los hijos), o que son drogadictos, o maltratadores o empresarios condenado por acoso laboral. También deberán concretar en qué momento la mujer debe decirle al marido que el hijo que tanto quiere no es suyo. Y por supuesto, deberá especificarse claramente cuándo el marido debe decirle a su mujer que ha tenido una relación extramatrimonial.


La verdad es que los políticos tienen un trabajo inmenso por delante y aunque no resuelvan ni uno solo de los problemas para lo que les pagamos el sueldo sí conseguirán hacernos la vida un poco menos llevadera y mucho más controlada por los poderes públicos, que, en el fondo, es lo que de verdad les gusta.


Y, por favor, que nadie diga que el desfile del 12 de octubre es un coñazo. ¡Por dios! y menos uno de derechas. Ya ha dicho José blanco que Rajoy ha demostrado con ello tener sentimientos de quita y pon. Y no (esto lo digo yo, no José Blanco) como Zapatero o Carme Chacón que han pasado toda su vida pirrándose por ver los desfiles militares.


Pero como Rajoy es demasiado timorato, ha sido incapaz de convocar una rueda de prensa y decir: sí, los desfiles militares me parecen un coñazo, ¿dónde dice que el líder la oposición debe morirse por ver un desfile?


Quizás algún día se legisle también la edad a la que una persona debe dejar constancia de que le aburren mortalmente los desfiles militares. O, mejor aún, es posible que no tardando mucho el alcalde de Madrid los prohiba porque crea que son un atentado a la dignidad.

domingo, 5 de octubre de 2008

PSOE, crisis y dogmas

El Psoe no quiere que el PP hable de determinados asuntos, para lo cual establece verdades absolutas como si de dogmas de fe se tratara.


En la pasada legislatura el PP fue duramente atacado por el PSOE y por el gobierno porque, según ellos, utilizaba el terrorismo para atacar al gobierno, algo que no debería hacer ya que la lucha antiterrorista debería estar fuera de la luchar partidista. Esto era cierto, lo que ya no lo era tanto es que lo que el PP criticaba era que el gobierno negociara con ETA. Entonces se implantó el primer dogma: el gobierno dialoga pero no negocia. Es igual que hubiese multitud de gestos que dejaban bien a las claras que eso no era exactamente así, el gobierno no estaba negociando y cualquier cosa que se dijera, por mucho fundamento que tuviera, era inmediatamente descalificada por tratarse de una actitud desleal y que sólo perseguía aumentar la crispación.


Finalmente la política seguida con ETA fracasó, lamentablemente, y el gobierno volvió a los antiguos postulados de lucha policial sin tregua contra el terrorismo. Aquí se estableció el segundo dogma: el PP ha abandonado la política de la crispación y ha adoptado una postura menos radical que en la pasada legislatura. Como si el gobierno y el PSOE no hubiesen cambiado nada.


Ahora, después de meses negando la crisis inminente y cuando ya no se puede disimular más, porque a nuestra crisis interna se ha unido una tremenda crisis financiera internacional, el PP, según el PSOE y el gobierno, no debe criticar las actuaciones de éste (mejor sería decir, las no actuaciones) ante la situación económica, porque lo único que hace con eso es perjudicar los intereses de España, algo que al PP le trae sin cuidado, según José Blanco, ya que su único interés es desgastar al gobierno sin importarle los daños que cause al país. Aquí se establece el tercer dogma: la situación económica española es buena y saldremos de la crisis rápidamente. Cualquiera que diga que hay que tomar medidas porque de lo contrario la crisis puede ser muy profunda y muy larga, es un antipatriota.


Respecto a la situación de la banca española se acuñó rápidamente el cuarto dogma: la banca española es la más sólida del mundo. No se puede dudar, temer o alertar sobre la posibilidad de que algún banco o caja españoles pueden tener algún problema de solvencia, porque eso es ser alarmista sin tener ningún motivo para ello.


Esta mañana, en la radio amiga, se reían de McCain porque la semana anterior al estallido de la crisis financiera norteamericana había dicho que el sistema era sólido. Las risas supongo que eran porque suponían el total desconocimiento del candidato de la situación real. Aunque no lo sé muy bien, ya que aunque lo hubiese sabido debería haber dicho lo mismo, siguiendo el quinto dogma acuñado por el gobierno de España: hay que ser optimista porque el pesimismo no ha creado ni un solo puesto de trabajo.


Para terminar, una pregunta: si nuestro sistema financiero es el más sólido del mundo, ¿por qué el gobierno se niega a aumentar el importe garantizado para el dinero que tenemos en los bancos, en casos de quiebra? Cuando se pone de ejemplo lo que ha hecho Irlanda, dicen los más aguerridos defensores del gobierno que eso puede hacer que los depósitos salgan de unos países para ir a otros en los que la cuantías garantizadas son mayores. Pero, si temen que eso pueda ocurrir, deberían aumentar la garantía aquí en España, ya que no sólo Irlanda que ha garantizado el cien por cien, sino que Francia, Alemania e Italia, por lo menos, también garantizan cantidades superiores a las españolas y, por otra parte, siendo tan sólido nuestro sistema no habrá riesgo de que ocurra ningún descalabro, así que ¿por qué no aumentar la garantía hasta el cien por cien y beneficiarnos de ese flujo de dinero que vendría a nuestro país atraído por la gran solvencia de nuestro sistema y la garantía total de los depósitos?


Sé de buena tinta que José blanco está trabajando en este asunto y aunque no puedo confirmarlo por completo creo que ya tiene muy avanzado el estudio que demuestra que el verdadero culpable de la crisis financiera internacional es Aznar, quien habría urdido toda esta catástrofe para agudizar aún más la crisis española y perjudicar así los intereses del PSOE y de España (valga la redundancia).