miércoles, 26 de noviembre de 2008

Crucifijos

La sentencia de un juzgado de Valladolid dando la razón al padre de una alumna, que pedía que se retirasen los crucifijos de las aulas de un colegio público, ha vuelto a traer a la actualidad un tema que es recurrente y que se reproduce con especial intensidad en las fechas prenavideñas.

Cada año asistimos a variadas controversias en diferentes ciudades por que algunos padres no quieren que se pongan belenes en los colegios, que se celebren concursos de villacincos, etc.

Todos estos actos son propios de nuestra cultura bimilenaria, pero en virtud de que nuestro estado es aconfesional se quiere impedir que los símbolos religiosos, aunque sería más exacto decir cristianos, desaparezcan por completo de los lugares públicos. Nadie se toma la molestia en conocer la opinión de la mayoría y se va imponiendo poco a poco la de una minoría que parece sentir una especial aversión por todo lo que recuerde a la religión cristiana.

Aún queda mucho camino por recorrer, pero poco a poco se va caminando. El principal sindicato de la enseñanza de Asturias ya ha pedido que, además de quitar los crucifijos de las aulas, se cambien los nombres de los colegios que lo tengan religioso, que no se pongan carteles como los de las campañas del Domund o que no se peguen en las aulas los posters que elaboran los alumnos de religión.

Pero, insisto, todavía queda mucho por hacer y me parece bien que se empiece por los colegios; al fin y a la postre, una vez que de ellos ha huido en gran medida la cultura, la educación y la disciplina al tiempo que se han llenado de un buen puñado de funcionarios que se dedican a la enseñanza con la misma vocación y entrega que podrían dedicarse a contar los gamusinos que habitan las charcas de nuestro país, pues desalojar cualquier cosa que recuerde vagamente a una religión que tiene como norma fundamental la entrega a los demás parece bastante lógico, pues los crucifijos vienen a ser como la soga en la casa del ahorcado.

Supongo que pronto alguien pedirá que la Cruz Roja ya no se llame así o reclamará que dejen de pintarse cruces rojas en los botiquines. Habrá personas que exijan que no se interprete música religiosa en ningún lugar público y espero que dejen para lo último la mutilación de los monumentos religiosos de los que será preciso eliminar cualquier símbolo u ornamento religioso, al menos de sus fachadas, para no molestar a los transeúntes.


Ayer en una tertulia una persona que tengo por moderada, y que me consta que lo es, ante el comentario de que el crucifijo no ofendía a nadie argüía que a los musulmanes sí, y parecía no darse cuenta de que el problema no es del crucifijo ni de la persona que lo muestra, sino del que se siente ofendido.

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