Como si fueran ajenos a la crisis económica, algunos clubs de fútbol hacen fichajes pagando cantidades exorbitantes que, sin rigor ni prueba alguna, muchos justifican por los grandes ingresos que reportarán al club.
Los clubs de fútbol arrastran unas deudas insoportables, pero siguen gastando más dinero del que ingresan confiando en que la rueda siga girando indefinidamente. Como en la película de los Hermanos Marx, van desguazando los vagones para seguir alimentando la locomotora al grito suicida de ¡más fichajes! Algunos, los de menos recursos se hunden en el abismo con el descenso de categoría. Abismo del que les resulta imposible salir si no ascienden de nuevo rápidamente, terminando en concurso de acreedores que hay que reconocer que les resultan en exceso beneficiosos para haber conducido al club de manera tan desastrosa como irresponsable.
El fútbol ofrece héroes sin heroicidad cuyo único mérito consiste en hacer su trabajo de manera excelente y, en ocasiones, ni eso. Héroes que con demasiada frecuencia terminan por destacar más por sus correrías fuera del campo de juego que por su juego dentro del mismo.
Eso es lo que proponemos a nuestros jóvenes y después nos lamentamos de que busquen una vida fácil, sin esfuerzos, ni complicaciones.
En estos pocos días y sólo por haber sido fichado por el Real Madrid ya se ha hablado más tiempo de Cristiano Ronaldo que de los premios Nóbel de Medicina de la última década. Deberíamos hacérnoslo mirar.
Ante un joven futbolista que se gasta 17.000 Euros en una fiesta con una señorita que es más famosa por el lamentable uso que hace de su cuerpo que por el uso lamentable que hace de su fortuna, qué joven puede ver en los estudios el futuro de su vida. Mejor pegar patadas a un balón a ver si se puede llegar a la élite. Y si no es posible, siempre se podrá acudir a alguno de los programas basura que pagan a precio de oro las excrecencias más malolientes.
Parafraseando a Unamuno, muchos jóvenes pensarán: ¡que estudien ellos!
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