martes, 5 de agosto de 2008

Otro prohombre de nuestra economía

Hoy he leído con cierto asombro que, al parecer, el presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, D. Luis Arias de Velasco, también pertenece a ese grupo de prohombres de la empresa española que reclaman sin desmayo una reforma del mercado laboral. En la inauguración de la presente edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias parece que ha abogado por dicha reforma y, además, por desligar el aumento de los salarios del IPC.
He leído esto que acabo de decir y me he quedado bastante perplejo. El tema de la reforma laboral es algo ya recurrente y una especie de fijación que algunos empresarios deberían hacerse mirar porque yo creo que debe de obedecer a alguna patología. No sé, quizás algo de hígado, o de vesícula, que les hace a todos inclinarse hacia ese campo de la estulticia; porque, tengo yo una gran duda, si como han afirmado hasta el hastío el gran timonel Zapatero y su oráculo económico Solbes, hemos sido en los últimos años el país que más empleo ha creado de todo el mundo mundial y por eso hemos tenido llegadas masivas de emigrantes, si no hubiésemos tenido un mercado laboral tan pésimo y que tanto perjudica el empleo, esto habría sido la bomba en bañador, no habríamos tenido bastante con todo el continente africano, habría tenido que venir aquí toda la China comunista y la otra, y no sé si habría sido suficiente para cubrir todos los puestos de trabajo que hubiesen creado nuestros grandes empresarios. Noticia de última hora. Creo que las misiones a Marte tienen como objetivo saber si hay vida inteligente para poder importar mano de obra para España en cuanto se haga la reforma laboral que desean nuestras empresas. ¿O será al revés, será para enviar allí a los parados?. No sé, ahora me he hecho un pequeño lío. Lo de desligar las subidas de los salarios del IPC sí que me parece un gran acierto. A fin de cuentas, ¿para que quieren el dinero los trabajadores? Desde luego, no para comprar comida, vestidos, gasolina y otras menudencias. ¡Que va! Supongo que el amigo D. Luis Arias de Velasco estará pensando en que debería ligarse a la subida del barril de petróleo o a los beneficios de los grandes bancos o al euribor. Por cierto, cuando estos años atrás las empresas tenían suculentos beneficios, la economía crecía, las bolsas subían y el IPC que nos contaba el gobierno sufría anorexia, y los incrementos salariales iban a la par, dando síntomas claros de raquitismo, no vi yo al Sr. Arias de Velasco preocupado con que los salarios ligasen con el IPC o se divorciasen del Euro. ¿Por qué?. Yo no lo sé. Es una lástima que este prohombre de la empresa Asturiana no haya empleado todo sus celo creador y reformador en predicar, por ejemplo, que se elimine el estatuto de funcionario para los profesores de la Universidad, institución en la que ejerció la docencia hasta hace muy pocos años, cuando, según tengo entendido, se jubiló. Bueno, supongo que la Universidad quizás no merece una reforma laboral del tipo de la que D. Luis imagina. ¿O sería que a él no le gustaba que le aplicasen su propia medicina? ¡A veces se me ocurre cada cosa...! Bueno, busquemos otro campo en el que un hombre, sin duda liberal como él, podría empeñar sus esfuerzos. ¿Qué tal modificando la situación actual por la que la empresas está obligadas a pertenecer (del verbo pagar) a las Cámaras de Comercio, quieran o no quieran? ¿No sería bueno que las empresas pertenezcan libremente a las asociaciones y organismos que buenamente deseen y no que deban hacerlo por obligación? Claro que, en ese caso, habría algunas personas que no podrían lucir como ahora lo hacen codeándose con la flor y la nata de la economía y la política de Asturias y tampoco nadie haría caso a sus recetas económicas, por lo demás tan rancias y trasnochadas. En fin, quizás el mejor consejo para D. Luis Arias de Velasco sería el de "médico cúrate a ti mismo", liberaliza la pertenencia a la institución que presides y deja que las empresas paguen (del verbo pertenecer) voluntariamente las cuotas. ¡Bah! no me hagas caso, son cosas mías.

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