martes, 13 de agosto de 2013

El día de la cultura de Gijón

España vive una gravísima crisis económica de la que tiene una gran parte de culpa la corrupción generalizada y la crisis política e institucional.
La derecha, en el gobierno, aprovecha la crisis y su cómoda mayoría absoluta para conformar un país a la medida de su ideología y en contra de los intereses y, lo peor, los derechos de la mayoría de los ciudadanos. Para la derecha, la crisis es responsabilidad casi en exclusiva de los anteriores gobiernos del PSOE que, según ellos, se dedicaron a malgastar el dinero que ahora ellos se ven obligados a recortar.
Esta verdad es parcial, pues el PP obvia que mucho del dinero malgastado se dilapidó en CCAA gobernadas por sus correligionarios. También se olvidan interesadmente de que las cajas de ahorros arruinadas estaban dirigidas por representantes del PSOE, de IU, de los sindicatos y... del PP, y que todos ellos fueron responsables del gran fraude que supuso la ruina de esas entidades financieras que pertenecían a todos los ciudadanos.
Por su parte, la izquierda continúa con su discurso interesado en el que culpa de la crisis al capital y la tilda de gran estafa, pero se olvida de que la izquierda estaba en el gobierno, en los consejos de administración de muchas empresas públicas o semipúblicas que gastaban y se endeudaban como si el dinero creciese en los árboles y que sus representantes se sentaban en los órganos de dirección de las cajas de ahorros que se arruinaron con unas políticas alejadas de toda prudencia financiera.
La corrupción que asola nuestro país, y que ayuda a hacer más profunda, y difícil de superar, la crisis económica, se extiende por todos los partidos con responsabilidades de gobierno y, por ello, es difícil de atajar puesto que ningún partido se ha propuesto seriamente terminar con ella. Todos la utilizan como arma para atacar y desprestigiar al adversario, pero no toman ninguna medida para evitarla en sus propias organizaciones.
La corrupción se ha hecho consustancial a nuestro sistema político y la mayoría de nuestros representantes se sienten cómodos con este estado de cosas que les permite vivir cómodamente dentro de esta ciénaga que ya parecen haber aceptado como su habitual ecosistema al margen de unos ciudadanos cuyo único fin es del de mantener con sus impuestos a toda la pléyade de políticos y cargos de todo tipo que los partidos han ido inventando para aumentar sus poder y su clientela.
En Gijón acaba de celebrarse el Día de la Cultura para recordar aquellas jornadas que se celebraban al final de la dictadura franquista y en las que la izquierda reivindicaba la libertad y la democracia. La mayoría de los organizadores, y quizás de los asistentes, pertenecían a la izquierda establecida cómodamente en este régimen y, por tanto, no se oyó ni un sola autocrítica al papel de la izquierda y a su responsabilidad en la situación actual. Se limitaron a repetir sus cantinelas, a culpar de todo a sus demonios personales (el capital, la banca...), y claro que la tienen, pero sin acercarse, ni de lejos, a una asunción de sus propias culpas, cuando no de la complicidad o la práctica de actuaciones iguales a las critican.
Con esta izquierda acomodada y tan corrupta como la derecha, no será posible encontrar un camino diferente al recorrido hasta ahora y, por tanto, con los actuales partidos de derechas o de izquierdas no se podrá encontrar un nuevo camino que nos pueda conducir a la recuperación de un auténtico régimen democrático sin corrupción y en el que el bien común sea el objetivo primordial de la actividad política.

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