sábado, 21 de mayo de 2011

Indignados

La gente ha empezado a movilizarse. Todos los que se preguntaban dónde estaban los jóvenes han encontrado la respuesta. Los que se engañaban o tranquilizaba sus conciencias diciendo que si hubiera 5.000.000 de parados la gente se habría echado a  la calle puede ver cómo la gente se ha echado a la calle.
La derecha está cabreada porque piensa que esto puede arruinarles su ocasión de llegar ellos al poder (más poder). La izquierda ve con rabia cómo se le ha escapado de las manos la posibilidad de capitalizar y manipular ese descontento; por eso Zapatero y demás líderes del Psoe piden que les votemos a ellos porque ellos recortan mejor los derechos sociales y cuando ayudan a los banqueros y a las grandes empresas les ponen mala cara para que vean que no les gusta.
La derecha asusta a su electorado porque cree (ilusos) que sus electores están a salvo de la crisis y en contra de los jóvenes "perroflautas", como denominan a los que están acampados, cuando deberían saber que muchos de los acampados son votantes suyos y que muchos votantes suyos ven con simpatía las movilizaciones porque también ellos están en paro, o ven cómo su empresa está a punto de dejarlos en la calle, o les explota un poco más con la excusa de la crisis o tienen a sus hijos en paro o explotados.
Sus votantes no ven con simpatía que presidentes o consejeros delegados de bancos y empresas ganen 8 o 10 millones de Euros y nos digan que tenemos que apretarnos el cinturón porque el estado del bienestar es insostenible.
Los votantes de derechas no ven con buenos ojos que se dé dinero a los bancos, se mantengan los privilegios de los políticos, se derroche el dinero de sus impuestos, se destruya la costa, se lleven imputados o condenados por corrupción en las listas o se haya dejado el país sin tejido económico que pueda dar empleo a ellos y a sus hijos.
Se equivocan los medios de comunicación que interpretan estos sucesos en clave de perjudica/beneficia a los míos: los que ponen anuncios en mis medios, los que me dan licencias de televisión o frecuencias de radio. Y además de equivocarse se quejan hipócritamente de que no les dejan hacer su trabajos cuando aparecen por las acampadas y les abuchean o les llaman manipuladores.
Todos, políticos de izquierdas y de derechas y periodistas y tertulianos fieles lacayos de quien les paga, les acusan de no dar soluciones, de no tener proyectos. No lo solucionan los que tienen todos los resortes del poder y piden cínicamente que den las soluciones las personas de a pie. Es como pedirle a las víctimas que den la solución para terminar con los verdugos.
En fin, algo se está moviendo y, ahora que ha empezado, esperemos que no termine el 22 de mayo. Si queremos conseguir algo, ha de continuar. Hay que dar una segunda lección (o mejor tercera, porque la segunda deberían ser los resultados de las elecciones) a los políticos que están pensando que el lunes, 23, los acampados volverán a sus casas y ellos a su coche oficial desde el que verán las plazas de las ciudades sin acampados, como si todo hubiera sido un mal sueño.


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