miércoles, 18 de agosto de 2010

Los impuestos de José Blanco y las medidas duras y difíciles de Zapatero

Anda avisando José Blanco de la necesidad de subir los impuestos; algo necesario, según él, para poder tener unos buenos servicios y unas buenas infraestructuras. Seguramente tendrá razón, pero echo de menos que no salga hecho un brazo de mar, como cuando habla de los controladores, a decirnos que se ha terminado la paciencia del gobierno y que no va a seguir permitiendo que los políticos sean uno de los principales problemas de este país, según afirman los españoles en las encuestas.

Es hora de que el gobierno, además de sacarnos el dinero de los bolsillos, tome por fin medidas duras y difíciles, pero no de las que dice Zapatero, que sólo son duras y difíciles para nosotros, sino de las que lo sean de verdad para ellos, para nuestros gobernantes.

Es duro y difícil para nosotros llegar a fin de mes, pagar la hipoteca y hacer frente a los gastos imprescindibles de una familia. Es difícil mantener el puesto de trabajo y perder derechos sociales y laborales. Es duro ver cómo le bajan el sueldo a los funcionarios o congelan las pensiones, la mayoría muy escasas, de nuestros pensionistas. Es duro tener que admitir que te despedirán por muchos más motivos y con mucho menos dinero, porque las cosas están muy mal, pero los que se han enriquecido durante la última década no son los que están pidiendo a la puerta de las iglesias.

Pero, repito, es duro y difícil para nosotros. Para Zapatero, para Blanco y para nuestros gobernantes lo que de verdad sería duro es hacer lo que no están haciendo.

Sería duro acometer la reforma de una administración estatal, autonómica y local, sobredimensionada, carísima e ineficiente, en la que es imprescindible suprimir organismos, entes, sociedades mixtas, patronatos, fundaciones y un largo etcétera creados exclusivamente para dar cobijo a amigos, partidarios, fieles y simpatizantes; lo que se llama clientelismo y que es una manera de comprar votos con el dinero de todos nosotros. Cerrar todos esos chiringuitos, mandar a esas personas al paro o a su antiguo empleo, el que lo tenga, nos ahorraría mucho dinero y sí sería una medida dura, porque habría que decirle al amiguete de turno que se acabó lo que se daba y que no queda sopa boba en la cazuela.

Sería difícil acometer una reforma fiscal que mejorara la eficacia de la recaudación, eliminado las bolsas de fraude y haciendo pagar más a los que tienen más ingresos o son más ricos. No es difícil subir los impuestos, lo que puede hacer es quitar algún voto, pero subir algún punto los tramos del IRPF o el IVA es tan simple que lo puede hacer cualquiera. Pero una reforma fiscal audaz que termine con la impunidad fiscal de muchos colectivos que todos conocemos y que no se limite a estrujar a los que tenemos una nómina o a los que tenemos nuestros ingresos sometidos a retención y, por tanto, totalmente controlados; eso sí es difícil.

Es triste que nuestros gobernantes se limiten, como Blanco, a decirnos que pagaremos más para que nos construyan las carreteras o los AVEs, pero que no estén dispuestos a tomar ninguna medida eficaz para disminuir drásticamente el desmesurado y absurdo gasto público.

Es lamentable tener que soportar a nuestros presidente del gobierno decirnos que está tomando y que seguirá tomando medidas duras y difíciles cuando no tienen ninguna dificultad y la única dureza consiste en decirles a los ciudadanos que van a ser un poco más pobres y que van a vivir un poco peor, mientras él seguirá jugando con el futuro de todos nosotros, pero con el suyo ya asegurado para siempre.

2 comentarios:

Nela dijo...

Si es que lo único que les interesa, es tener su culo a salvo,el pueblo que se fastidie, que lo único para lo que sirve, es para mantenerlos a ellos y sus familais en la opulencia.
Besos
nela

Avelino Vallina dijo...

Pues sí, Nela, esa es la penosa sensación que transmiten nuestros políticos.
Gracias por tu comentario.