domingo, 2 de octubre de 2011

La salvación del sistema financiero y la ruina de los particulares


Ya han quebrado en España cuatro cajas de ahorro, sin que, hasta el momento, se hayan emprendido acciones judiciales contra sus administradores.
El Banco de España parece no haberse enterado de la desacertada gestión de esas cajas y de la peligorosa concentración de riesgo en un sector, el de la construcción, y en operaciones teledirigidas por los políticos de turno.
El gobierno de España ha destinado y seguirá destinando miles de millones en salvar o reflotar a las entidades en riesgo.
Esa acción ya se demostró inútil en años pasados, pero se repetirá de nuevo. Entre tanto, nadie se preocupa de los deudores de cajas y bancos que no pueden hacer frente a sus deudas por haber perdido su trabajo o por haber visto mermados sus ingresos.
Se da la paradoja de que todos los españoles pagamos el reflotamiento de bancos y cajas y, los deudores, en algunos casos, embargados y desahuciados, pagarán doblemente, pagando sus préstamos y con sus impuestos.
Lo razonable sería garantizar los depósitos de los particulares y dejar que las entidades de crédito corrieran la suerte que se han buscado.
Lo razonable sería apoyar a los deudores que no pueden pagar. El estado asumiría sus créditos con un reconocimiento de deuda y abonaría a las entidades los plazos que ellos deberían pagar, subrogándose en el lugar del deudor en tanto éste no pueda hacer frente a los pagos del préstamo. Los bancos cobrarían, los deudores no se vería asfixiados por las deudas ni desalojados de sus casas teniendo que pagar la deuda pendiente y pagando, además, una renta por el nuevo domicilio, es decir, no verían arruinada su vida para siempre.
¿Por qué no se hace algo tan evidente? Porque con el reflotamiento de las entidades bancarias se está apoyando a las entidades de crédito para que puedan hacerse con un importantísimo patrimonio inmobiliario a precio de saldo.
Pero lo peor de todo es que las cantidades destinadas a reflotar a las entidades de crédito siguen enriqueciendo a los de siempre, empobreciendo a los mismos y, para más inri, no sirven par salir de la crisis.

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