Ya han
quebrado en España cuatro cajas de ahorro, sin que, hasta el
momento, se hayan emprendido acciones judiciales contra sus
administradores.
El Banco de
España parece no haberse enterado de la desacertada gestión de esas
cajas y de la peligorosa concentración de riesgo en un sector, el de
la construcción, y en operaciones teledirigidas por los políticos
de turno.
El gobierno
de España ha destinado y seguirá destinando miles de millones en
salvar o reflotar a las entidades en riesgo.
Esa acción
ya se demostró inútil en años pasados, pero se repetirá de nuevo.
Entre tanto, nadie se preocupa de los deudores de cajas y bancos que
no pueden hacer frente a sus deudas por haber perdido su trabajo o
por haber visto mermados sus ingresos.
Se da la
paradoja de que todos los españoles pagamos el reflotamiento de
bancos y cajas y, los deudores, en algunos casos, embargados y
desahuciados, pagarán doblemente, pagando sus préstamos y con sus
impuestos.
Lo razonable
sería garantizar los depósitos de los particulares y dejar que las
entidades de crédito corrieran la suerte que se han buscado.
Lo razonable
sería apoyar a los deudores que no pueden pagar. El estado asumiría
sus créditos con un reconocimiento de deuda y abonaría a las
entidades los plazos que ellos deberían pagar, subrogándose en el
lugar del deudor en tanto éste no pueda hacer frente a los pagos del
préstamo. Los bancos cobrarían, los deudores no se vería
asfixiados por las deudas ni desalojados de sus casas teniendo que
pagar la deuda pendiente y pagando, además, una renta por el nuevo
domicilio, es decir, no verían arruinada su vida para siempre.
¿Por qué
no se hace algo tan evidente? Porque con el reflotamiento de las
entidades bancarias se está apoyando a las entidades de crédito
para que puedan hacerse con un importantísimo patrimonio
inmobiliario a precio de saldo.
Pero lo peor
de todo es que las cantidades destinadas a reflotar a las entidades
de crédito siguen enriqueciendo a los de siempre, empobreciendo a
los mismos y, para más inri, no sirven par salir de la crisis.
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