Subida de impuestos, subida de precios de productos de primera necesidad; bajada de salarios, congelación de pensiones. Aumento de la edad de jubilación y del periodo de cálculo, es decir, reducción de pensiones a medio-largo plazo. Desligar el incremento de las pensiones del IPC. Eliminación de deducciones: 400 euros, eliminación de la desgravación por compra de viviendas; eliminación del cheque bebé. Eliminación de la paga de 400 euros a los parados sin subsidio.
¿Algo más?
Seguro que a nuestro intrépido presidente se le ocurre alguna medida más “cueste lo que cueste y le cueste lo que le cueste” como él mismo ha dicho. El problema es que lo que le cueste a él lo vamos a pagar nosotros. Y si se refiere a que le puede costar su puesto de trabajo, él va a tener una pensión y unas ventajas como ex presidente que ya les gustarían a los millones de parados de este país y a la mayoría de los que tienen trabajo.
Pero Zapatero está dispuesto a darle a los mercados hasta la última gota de nuestro enclenque estado del bienestar.
El PP tomaría medidas aún peores repiten una y otra vez los que hasta hace nada defendían el gobierno de Zapatero y a Zapatero mismo como si hubieran sido una bendición. Y es posible que el PP tomara medidas peores, pero no está gobernando, así que pasemos cuentas a quien debió hacerlo durante estos últimos seis años y que en lugar de eso se dedicó a derrochar nuestro dinero a manos llenas, primero, y a disimular una crisis indisimulable, después, derrochando el dinero que ya no tenía.
Son los mercados, repiten irritados los que nos decían que vivíamos en el mejor de los mundos posibles. Pues sí, son los mercados. Mandan más que los gobiernos, nos cuentan horrorizados quienes aplaudían con las orejas el derroche en tanto gasto inútil y sistemáticamente calificado como el chocolate del loro.
Estamos en manos de los mercados porque hemos gastado lo que no teníamos y como las familias arruinadas nos vemos en manos de los usureros a quienes les debemos hasta la camisa. Eso son los mercados, los usureros que nos suben los intereses cada vez que acudimos a ellos para que nos renueven el crédito.
Pero esto no era inevitable, aunque los papagayos quieran convencernos de lo contrario.
Una hacienda pública saneada, con un nivel de endeudamiento razonable y un sistema productivo moderno, basado en la tecnología, la investigación, el desarrollo y la innovación y no en la construcción, el pelotazo (perdón por la redundancia) y el chiringuito playero.
Una administración con una dimensión adecuada, con menos funcionarios, pero, sobre todo, con menos asesores que lo único que hacen es cobrar a fin de mes y cobrar mucho, con menos coches oficiales, con menos tarjetas Visa, con menos comidas y menos viajes. En fin, con menos, muchísimo menos gasto. Y con menos, muchísimas menos subvenciones.
En definitiva, con una administración austera y no derrochadora no estaríamos ahora en manos de los usureros que, cuantas más dificultades tenemos para pagarles, más altos nos ponen los intereses.
Y para terminar una consideración acerca de la subida de la energía eléctrica. ¿Cómo es posible que con el incremento habido en los último años ningún empresario se haya quejado de que esas subidas restan competitividad a nuestras empresas? Me extraña que no se hayan dado cuenta de ese detalle los que enseguida denuncian que los incrementos salariales disminuyen su competitividad.
También es llamativo el hecho de que las eléctricas sean el refugio del dinero de empresarios de las grandes constructoras teniendo el déficit de tarifa que dicen tener.
¿Alguien cree que si dice que su empresa vende los productos por debajo de coste subirán sus acciones y los inversores se apresurarán a invertir en ella?
¡Qué raro es esto de la economía! Y cuanto sinvergüenza anda suelto.
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