Nuestro gobierno, el que por boca de su
presidente decía que sabía lo que tenía que hacer, lleva en el
poder cuatro meses en los que ha ido incumpliendo sus promesas
electorales una tras otra con la única excusa de que la situación
de nuestro país es desesperada.
Como excusa es bastante pobre si
tenemos en cuenta que eso lo venían repitiendo en los últimos meses
del gobierno de Zapatero. Así que si en la campaña electoral
dijeron que no harían lo que ahora están haciendo sólo cabe
deducir que nos engañaron de manera premeditada para conseguir
nuestro voto.
Los engaños electorales son tan
característicos de nuestros políticos que forman para de su
identidad, pero no por ello deberíamos dejar de exigirles que
dimitan si ese es su comportamiento.
En estos cuatro meses el gobierno sólo
ha tomado medidas que reducen el gasto público, fundamentalmente el
que redunda en el empleo y en los servicios a los ciudadanos,
mientras que han sido muchos más discretas la reducciones en aquello
que afecta a los políticos: sueldos, dietas, cargos, asesores,
pensiones, privilegios, coches oficiales, tarjetas de crédito,
televisiones estatal y autonómicas, etc. Es decir, han cargado el
peso de la crisis sobre los contribuyentes aumentando los impuestos y
reduciendo los servicios.
Por contra, no han tomado ni una solo
medida tendente a la dinamización de la economía.
Son muchas las voces de diversos
ámbitos nacionales e internacionales que advierten de que España
entrará en una recesión más grave debido a las tremendas medidas
de ajuste, algo que el gobierno parece ignorar. Pero la conclusión
es evidente, reduciendo la inversión pública al mínimo, habrá
menos empleo, si hay más persona en paro, las que trabajan deben
pagar más impuestos y más tasas y los servicios (sanidad,
enseñanza, transporte, etc.) son más caros, el dinero que las
familias podrán destinar al gasto será mucho menor. Con menos
gasto, menor consumo, con menos consumo menos producción, si decrece
la producción aumenta el paro y eso no es otra cosa que alimentar el
círculo vicioso. Si meter dinero público en el sistema de manera
descontrolada es como desguazar los vagones para alimentar la
locomotora, reducir drásticamente el gasto, aumentar los impuestos y
las tasas y encarecer los servicios públicos es lo mismo que dejar a
la locomotora sin combustible cuando la pendiente es más
pronunciada.
Algunas de las medidas adoptadas no
resisten el mínimo análisis.
Subida de las matrículas
universitarias. Las justifican diciendo que los estudiantes apenas
pagan el 15 ó 20% del coste real y acompañan un análisis demoledor
(y a mi entender falso y exagerado) de la calidad de la enseñanza
universitaria. Pero la pregunta inmediata es que si es tan mala por
qué nos quieren cobrar más. Si fuera un restaurante no creo que
subieran el precio del menú después de decirnos que la comida es
mala y el servicio pésimo.
Subida del copago farmacéutico. En
este caso el argumento es el contrario, tenemos una sanidad muy
buena, por lo que es necesario preservarla aumentando lo que se debe
pagar por los medicamentos.
De todas formas, yo estoy de acuerdo
con esta medida en términos generales, no con la que parece que
aplicará el gobierno. También pienso que se debería aplicar un
pequeño pago por las consultas y por las estancias hospitalarias. En
el primer caso para evitar abusos y en el segundo para abonar aunque
sea parcialmente los servicios no sanitarios, comida, principalmente,
que, además, el enfermo está dejando de abonar en su domicilio.
Pero todo esto debería abonarse en
función de la renta y del tipo de enfermedad, crónica, de larga
duración, etc. Sin embargo no parece que el gobierno se vaya a
romper demasiado la cabeza con este tema y terminará por pagar, en
mayor o menor medida, todo el mundo.
Las medidas adoptadas por el gobierno
son injustas y recaen sobre la sufrida clase media, pero no se toman
otras que tendrían menos efectos sobre el ciudadano medio. A las ya
mencionadas y que afectarían a los cargos públicos, se podría
disminuir el gasto en defensa, se podrían retirar las tropas que
están en misiones fuera de España (nuestros socios, que nos exigen
reducir el gasto, lo entenderían, sin duda). Se podrían unificar
todas las elecciones, generales, autonómicas y municipales en la
misma fecha. Sería un ahorro importante reducir, por ejemplo, un 20%
los parlamentarios nacionales y autonómicos y los concejales.
No sería descabellado poner un
impuesto especial a los coches de más de 60.000 Euros, viviendas de
más de 600.000 Euros y joyas y otros objetos suntuarios de más de
6.000 Euros de valor unitario.
También debería hacerse una reforma
en profundidad del IRPF, de modo que se corrija la actual situación
en la que las rentas del trabajo pagan el 75% de este impuesto.
Hay muchas cosas que hacer y que este
gobierno no está haciendo y no creo que tenga intención de hacer.
Al contrario, la medidas que está tomando son las más fáciles y
las menos eficaces para combatir la crisis.
No sabían lo que tenían que hacer.
Ésa fue otra mentira de su campaña electoral. Y, lamentablemente,
siguen sin saberlo.
Y España está técnicamente en
recesión tras dos trimestres consecutivos en los que el PIB ha
decrecido.
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