¿Para qué sirven nuestros políticos?
Quisieron convencernos de que ya habíamos superado a Italia y de que en breve superaríamos a Francia.
Gastaron el dinero que tenían y el que no tenían. Todo nuestro, claro.
Se dieron buenos sueldos, coches oficiales y tarjetas VISA. Se dotaron de buenas pensiones y se preocuparon de hacerlas compatibles con todo, mientras nuestras pensiones no son compatibles con nada.
Construyeron edificios que no hacían falta, contrataron asesores que asesoraban a los asesores que asesoraban a los políticos.
Los funcionarios y los contratados por las diferentes administraciones crecieron exponencialmente.
La corrupción se fue extendiendo por todos los ámbitos de la administración pública: recalificaciones, comisiones; estudios, servicios y trabajos innecesarios o nunca realizados que se pagaban a precio de oro, a los amigos, pore supuesto.
Gestionaron las Cajas de Ahorro a su capricho político y por su propio interés personal o electoral y han llevado al borde la desaparición, cuando no a la quiebra, a estas instituciones que canalizaron los ahorros populares desde hace más de un siglo.
No ha habido cosa que hayan tocado o en la que hayan intervenido que no hayan dejado maltrecha, desvirtuada o con grandes dificultades.
Y ahora que no queda dinero en la caja, que el país está arruinado, sin empresas, sin trabajo y sin estructura productiva, atacan la base de nuestro estado social: las pensiones.
Aumentan los años para tener derecho a recibir una pensión, retrasan la edad de jubilación y aumentan el periodo de cálculo. Es decir, reducen las pensiones y ponen más dificultades para que los trabajadores puedan tener derecho a una pensión pública.
Pero debemos agradecérselo porque lo hacen por nuestro bien.
Ellos no quieren perder sus privilegios porque quieren que los políticos estén bien pagados y puedan dedicarse a su actividad sin incertidumbres y con más seguridad y facilidad que cualquier trabajador por cuenta propia o ajena.
Ellos quieren eso, pero ¿qué queremos nosotros? ¿Los necesitamos para hacer unas políticas desastrosas que al final pagamos todos nosotros?
Los políticos manejan cosas muy valiosas como para que les dejemos jugar impunemente con ellas.
Yo ni siquiera creo que sea necesario modificar las pensiones, como no se cansan de repetirnos. Pero lo que sí creo es que es hora de pedirles cuentas de lo que han hecho y de lo que no han hecho; de habernos hecho más pobres, más vulnerables y con menos derechos.
Quisieron convencernos de que ya habíamos superado a Italia y de que en breve superaríamos a Francia.
Gastaron el dinero que tenían y el que no tenían. Todo nuestro, claro.
Se dieron buenos sueldos, coches oficiales y tarjetas VISA. Se dotaron de buenas pensiones y se preocuparon de hacerlas compatibles con todo, mientras nuestras pensiones no son compatibles con nada.
Construyeron edificios que no hacían falta, contrataron asesores que asesoraban a los asesores que asesoraban a los políticos.
Los funcionarios y los contratados por las diferentes administraciones crecieron exponencialmente.
La corrupción se fue extendiendo por todos los ámbitos de la administración pública: recalificaciones, comisiones; estudios, servicios y trabajos innecesarios o nunca realizados que se pagaban a precio de oro, a los amigos, pore supuesto.
Gestionaron las Cajas de Ahorro a su capricho político y por su propio interés personal o electoral y han llevado al borde la desaparición, cuando no a la quiebra, a estas instituciones que canalizaron los ahorros populares desde hace más de un siglo.
No ha habido cosa que hayan tocado o en la que hayan intervenido que no hayan dejado maltrecha, desvirtuada o con grandes dificultades.
Y ahora que no queda dinero en la caja, que el país está arruinado, sin empresas, sin trabajo y sin estructura productiva, atacan la base de nuestro estado social: las pensiones.
Aumentan los años para tener derecho a recibir una pensión, retrasan la edad de jubilación y aumentan el periodo de cálculo. Es decir, reducen las pensiones y ponen más dificultades para que los trabajadores puedan tener derecho a una pensión pública.
Pero debemos agradecérselo porque lo hacen por nuestro bien.
Ellos no quieren perder sus privilegios porque quieren que los políticos estén bien pagados y puedan dedicarse a su actividad sin incertidumbres y con más seguridad y facilidad que cualquier trabajador por cuenta propia o ajena.
Ellos quieren eso, pero ¿qué queremos nosotros? ¿Los necesitamos para hacer unas políticas desastrosas que al final pagamos todos nosotros?
Los políticos manejan cosas muy valiosas como para que les dejemos jugar impunemente con ellas.
Yo ni siquiera creo que sea necesario modificar las pensiones, como no se cansan de repetirnos. Pero lo que sí creo es que es hora de pedirles cuentas de lo que han hecho y de lo que no han hecho; de habernos hecho más pobres, más vulnerables y con menos derechos.
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