Dos días completos sin políticos, salvo la protocolaria visita a Moncloa. Dos días en los que la gente, primero, soñó con el triunfo de la selección y, después, vivió el sueño.
Dos días sin las palabras huecas o broncas o huecas y broncas a las que nos tienen acostumbrados nuestros dirigentes.
Dos días en los que los EREs quedaron un poco olvidados y en los que la desgracia del paro se hizo un poco más llevadera.
Dos días en los que unos jóvenes deportistas y un entrenador modélico han demostrado que se puede unir a un país en un objetivo común, en una ilusión común.
Tomemos nota y actuemos en consecuencia. A ver si a partir de mañana podemos seguir mostrando lo mejor de nosotros mismos, como en estos dos días inolvidables.
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