Cuando una empresa está en un buen momento, crecen sus ventas y benefecios y, a pesar de ello, negocia con sus trabajadores peores condiciones de trabajo y menores salarios, aprovechando la díficil situación económica del país, lo que están haciendo es volar todos los puentes para las futuras negociaciones, cuando en eventuales situaciones menos favorables la empresa necesite realmente acometer reformas.
Dicho de otra manera. Agotan los márgenes cuando la situación es favorable, de modo que, cuando llegan los malos tiempos, sólo queda el despido como medida de ajuste.
Por eso es falaz el argumento de que la última reforma del mercado de trabajo facilita a las empresas otras medidas de ajuste que los despidos, porque las empresas procurarán apurar sus márgenes disminuyendo todo lo posible los costes laborales por la vía de la disminución de salarios, del aumento de jornada, de la eliminación de beneficios conseguidos en anteriores negociaciones o con la combinación de todas estas medidas.
Llegado el momento, en una situación de seria dificultad para la empresa, el único instrumento de ajuste será la reducción de plantilla.
Como en la fábula del escorpión y la rana, ésa es su naturaleza.
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