Llevamos cuatro años de crisis. Los dos últimos pilotados por Merkel y Sarkozy sin otro resultado que profundizar la crisis y contagiarla a más países.
La crisis de la deuda soberana no tiene visos de ir a solucionarse, ni siquiera de disminuir de intensidad debido, fundamentalmente a que Francia y Alemania no quieren dejar pasar al oportunidad de convertirse en amos de la UE.
Estamos viviendo la tercera gran guerra en Europa, sólo que, en esta ocasión, las armas son económicas y el campo de batalla los mercados financieros, pero las víctimas somos los de siempre, el resto de europeos que vemos cómo nuestros gobiernos sucumben ante el poderío alemán.
Francia, como es habitual, es colaboracionista y, en esta ocasión, no ha necesitado establecer su gobierno en Vichy. Sarkozy se pone al lado de Merkel porque, también en esta ocasión, quiere estar en el reparto del pastel.
Como siempre Gran Bretaña resiste porque tiene unos políticos que se respetan a sí mismo, a su país y, probablemente, a sus conciudadanos.
España tiene unos pobres políticos que no saben decir dos palabras seguidas en defensa de los intereses de su país y se limitan a repetir a los amos del mundo, Obama y Merkel, que serán buenos y que empobrecerán a sus conciudadanos hasta donde haga falta con tal de que los sigan invitando a sus reuniones.
De momento la gente resiste. Griegos, iralandeses, portugueses, españoles, italianos... vemos incrédulos cómo nuestros políticos nos dicen que deben bajarnos los salarios, las pensiones, reducir las prestaciones sociales, las coberturas sanitarias y la enseñanza gratuita porque es necesario destinar todo ese dinero a los bancos y debemos ofrecerles a las empresas trabajadores con no muchos más derechos que los de los países emergentes.
Las sociedades aguantan mientras sean mayoría las personas sigan pensando que es más lo que perderían si lo echaran todo a rodar que los posibles beneficios. Pero cuidado con que se instale en el ánimo de los ciudadanos que es poco lo que arriesgan, porque apenas nada les han dejado.
Ya veremos cómo termina esta historia que no ha hecho más que empezar a dar sus primeros pasos.
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