Ha dicho el arzobispo de Oviedo que cree que los que quedan en las plazas son antisistemas y radicales, declaraciones a Radio Vaticano que reproducía ayer La Nueva España y que me han llenado de perpeljidad.
Yo he visto las imágenes del desalojo de ayer, viernes, de la Plaza de Cataluña de Barcelona y en ellas hay unas personas vestidas de manera extraña, de color azul oscuro (muy oscuro), con cascos en las cabezas y escudos pegando a personas indefensas que no atacaban, ni se defendían. ¿Quiénes eran los antisistemas? Yo no lo sé, pero los que recibían los golpes, uno de ellos en silla de ruedas, no parecían muy antinada.
También es verdad que cuando el arzobispo los llama antisistema no sé si quiere descalificarlos o halagarlos, porque yo tampoco sé muy bien quiénes son los antisistema.
Por ejemplo, un presidente de una multinacional española que ha cobrado en 2.010, más de 8 millones de euros, ¿es un antisistema o un prosistema? Yo no sé que pensará el bueno del arzobispo, pero a mí me parece bastante antisistema, entre otras cosas porque no creo que nuestro sistema (sea lo que sea que signifique eso) pueda dar unos sueldos de más de 8 millones de euros a todos los trabajadores. Pero es que, además, este ¿magnífico? ejecutivo, va a destruir 8.500 puestos de trabajo en su empresa en España, la cuarta parte de la plantilla en nuestro país. ¿Es esto prosistema o antisistema? A mí me parece bastante antisistema, porque si todas las empresas echan a la cuarta parte de sus trabajadores no creo que el sistema salga muy favorecido.
A mí lo que me parece es que, como dice uno de los lemas de los concentrados, “nosotros no somos antisistema, el sistema es antinosotros”.
De todas maneras habría que preguntarle al arzobispo qué hay de malo en estar en contra de un sistema que ha conseguido 5 millones de parados, casi el 50% de paro juvenil, más de 1 millón de familias sin ningún ingreso y miles de familias que han perdido su casa por no poder pagar la hipoteca.
Por lo que yo he leído de las propuestas de los indignados, no parece que quieran abolir la ley, sino más bien darle cumplimiento. Desean tener una vivienda, un trabajo digno, ser iguales a los demás españoles, sobre todo a los españoles de primera que son, entre otros, los políticos (al finalizar este post puede verse un vídeo con muchos de los privilegios con los que se han ido favoreciendo nuestros políticos a costa de nuestros derechos y nuestros bolsillos).
Todos estas cosas que piden ya están recogidas en nuestra Constitución de 1.978, de modo que no quieren hacer ninguna revolución, salvo que llamemos revolución a pedir que se cumplan las leyes en un estado al que le dicen democrático y de derecho.
No me parece muy radical pedir que se cambie un sistema que da dinero (nuestro dinero) a los bancos para que no quiebren pero deja a los ciudadanos a merced de esos mismos bancos para que les ejecuten su hipoteca y les dejen sin hogar. O quizás sí lo sea, No sé.
Pero creo que algo debe cambiarse en un país que va a destinar miles de millones de euros a salvar las Cajas de Ahorros que han quebrado por culpa de unos políticos y directivos que las han manejado a su antojo y sin ningún rigor y que, a pesar de su pésima situación, en 2010 han retribuido a sus directivos con 132 millones de euros, ni un ero menos que el año anterior.
Es posible que los acampados en las plazas estén contra este sistema, pero es que yo también lo estoy y seguramente que Monseñor Jesús Sanz también lo está aunque ni el mismo lo sepa.
Yo he visto las imágenes del desalojo de ayer, viernes, de la Plaza de Cataluña de Barcelona y en ellas hay unas personas vestidas de manera extraña, de color azul oscuro (muy oscuro), con cascos en las cabezas y escudos pegando a personas indefensas que no atacaban, ni se defendían. ¿Quiénes eran los antisistemas? Yo no lo sé, pero los que recibían los golpes, uno de ellos en silla de ruedas, no parecían muy antinada.
También es verdad que cuando el arzobispo los llama antisistema no sé si quiere descalificarlos o halagarlos, porque yo tampoco sé muy bien quiénes son los antisistema.
Por ejemplo, un presidente de una multinacional española que ha cobrado en 2.010, más de 8 millones de euros, ¿es un antisistema o un prosistema? Yo no sé que pensará el bueno del arzobispo, pero a mí me parece bastante antisistema, entre otras cosas porque no creo que nuestro sistema (sea lo que sea que signifique eso) pueda dar unos sueldos de más de 8 millones de euros a todos los trabajadores. Pero es que, además, este ¿magnífico? ejecutivo, va a destruir 8.500 puestos de trabajo en su empresa en España, la cuarta parte de la plantilla en nuestro país. ¿Es esto prosistema o antisistema? A mí me parece bastante antisistema, porque si todas las empresas echan a la cuarta parte de sus trabajadores no creo que el sistema salga muy favorecido.
A mí lo que me parece es que, como dice uno de los lemas de los concentrados, “nosotros no somos antisistema, el sistema es antinosotros”.
De todas maneras habría que preguntarle al arzobispo qué hay de malo en estar en contra de un sistema que ha conseguido 5 millones de parados, casi el 50% de paro juvenil, más de 1 millón de familias sin ningún ingreso y miles de familias que han perdido su casa por no poder pagar la hipoteca.
Por lo que yo he leído de las propuestas de los indignados, no parece que quieran abolir la ley, sino más bien darle cumplimiento. Desean tener una vivienda, un trabajo digno, ser iguales a los demás españoles, sobre todo a los españoles de primera que son, entre otros, los políticos (al finalizar este post puede verse un vídeo con muchos de los privilegios con los que se han ido favoreciendo nuestros políticos a costa de nuestros derechos y nuestros bolsillos).
Todos estas cosas que piden ya están recogidas en nuestra Constitución de 1.978, de modo que no quieren hacer ninguna revolución, salvo que llamemos revolución a pedir que se cumplan las leyes en un estado al que le dicen democrático y de derecho.
No me parece muy radical pedir que se cambie un sistema que da dinero (nuestro dinero) a los bancos para que no quiebren pero deja a los ciudadanos a merced de esos mismos bancos para que les ejecuten su hipoteca y les dejen sin hogar. O quizás sí lo sea, No sé.
Pero creo que algo debe cambiarse en un país que va a destinar miles de millones de euros a salvar las Cajas de Ahorros que han quebrado por culpa de unos políticos y directivos que las han manejado a su antojo y sin ningún rigor y que, a pesar de su pésima situación, en 2010 han retribuido a sus directivos con 132 millones de euros, ni un ero menos que el año anterior.
Es posible que los acampados en las plazas estén contra este sistema, pero es que yo también lo estoy y seguramente que Monseñor Jesús Sanz también lo está aunque ni el mismo lo sepa.
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