Hace algo menos de diez años la Autovía del Cantábrico estaba terminada en la zona oriental de Asturias, a excepción del tramo Unquera - Llanes (actualmente todavía en obras y que usted lo vea), y había numerosos tramos de la zona occidental en obras, en licitación, etc. En la parte gallega, en cambio, no se veían obras por ningún lado.
Hoy leo en La Nueva España que el ministro de Fomento, José Blanco, anuncia la terminación de la Autovía en Galicia para 2012, pero no concreta el fin de los tramos pendientes en Asturias.
Es decir, que, en estos años, y a pesar de lo que diga el gobierno o lo que digan los de la voz de su amo en Asturias, las obras en esta Comunidad Autónoma se prolongan si fecha prevista para su terminación.
No acudo aquí el agravio comparativo, en este caso con Galicia, porque no creo que las previsiones de Blanco para esa Comunidad se vayan a cumplir; será, seguramente, y desgraciadamente, otra declaración más, vacía de rigor, tan propias de este gobierno que nos ha caído en desgracia y al que se conoce como el gobierno de la yenka (izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, atrás, un, dos, tres).
El caso es que las obras públicas en Asturias se alargan indefinidamente y con ellas la agonía de esta región que ve cómo año tras año se va alejando de los centros de negocio de este país nuestro llamado España (de momento), porque aquí lo que cuenta nos son las distancias absolutas, sino las relativas. No sirve de nada acortar los tiempos de viaje si nuestros competidores los acortan más.
Pero en esta tierra nuestra, los gobiernos del PSOE han sido siempre complacientes con el gobierno central de su signo político y combativos sólo cuando gobernó el PP y, por ejemplo, con un ministro de Fomento asturiano, el gran Vicente Alberto Álvarez Areces se dedicó a hacer oposición al PP en vez de negociar lo mejor para su región. Como ejemplo de esto sólo hay que ver los enlaces de la Autovía Minera, de los que Areces hizo batalla exigiendo al gobierno de Aznar su ejecución y acusando a Álvarez-Cascos de deslealtad por no asumir esas obras y cómo, cuando ganó el PSOE, el gobierno de Areces negoció un rápido acuerdo con Magdalena Álvarez según el cual el gobierno central construiría un enlace y el regional dos. Casi ocho años después, están en servicio los dos enlaces pagados por el gobierno autonómico y en obras y sin fecha de terminación el que ejecuta el gobierno central.
Pero la voz de su amo, que tiene en esta región más cantantes de los que tuvo el sello discográfico del mismo nombre en sus mejores años, siguen cantando loas al gobierno de Zapatero que tanto nos quiere y tanto vela por nuestro bienestar presente y futuro.
Entre tanto, en nuestro pequeño paraíso natural seguimos con nuestras divertidas luchas Oviedo - Gijón, Gijón - Oviedo, muy beneficiadas en su esplendor y riqueza semántica y conceptual por ser los alcaldes de ambas ciudades uno del PP y otro (otra, en este caso, no vaya a venir Aído con su látigo de azotar infieles) del PSOE; a quienes Dios guarde muchos años, porque la experiencia dice que los que vengan serán peores.
Pero esto es lo que hay, en Asturias y en España, salvo honrosas excepciones, que alguna habrá. Esta mañana el alcalde de Almería (PP) era entrevistado por Carlos Herrera y cuando éste le preguntó por la posibilidad de que su partido ganara las elecciones autonómicas, el señor alcalde dijo que eso esperaba ya que, después de tantos años de gobierno del PSOE, valía la pena cambiar aunque sólo fuera por probar otra cosa. Gran argumento, como se puede ver, para convencer a cualquier votante indeciso. Mire, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo. Pero, oiga, qué hace este detergente que no haga el mío de toda la vida. Pues eso, señora, que es el de toda la vida, y, aunque sólo sea por probar, vale la pena cambiar.
No sé si seguirá mucho tiempo como alcalde de Almería; pero, si no fuera así, le recomiendo que no se dedique al marketing.
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