El pasado 24 de mayo hubo unas elecciones municipales y para el gobierno de casi todas las comunidades autónomas. Fueron unas elecciones muy importantes porque fue la primera reválida de unos partidos que reivindicaban otra manera de hacer política, que pretendían alejarse de los modos de los partidos tradicionales, fundamentalmente, PP y PSOE, y algunos nacionalistas como CiU que, con sus particularidades, tenían las mismas formas de entender la política: corrupción, clientelismo, gobernar de espaldas al pueblo...
Los resultados fueron muy dispares, pero en muchos ayuntamientos dieron un papel importante a estos nuevos partidos porque podían inclinar la balanza a uno u otro lado.
Ciñéndonos al caso de Asturias y más concretamente al de Gijón, los resultados dieron 8 concejales a Foro, partido de la actual alcaldesa, 7 al PSOE, 6 a Xixón Sí Puede (agrupación de electores apoyada muy principalmente por Podemos), 3 al PP, 2 a IU y 1 a Ciudadanos.
Los socialistas en Gijón, como en el resto de España, a pesar de haber perdido una cantidad nada despreciable de votos, se las prometían felices porque pensaban que Podemos (y las agrupaciones electorales de su órbita) les apoyarían para formar un gobierno de izquierdas que desalojara a la derecha del ayuntamiento. La historia, pensaban, estaba de su lado: los partidos minoritarios de izquierdas estaban llamados a procurar el gobierno de su hermano mayor, el PSOE, como partido hegemónico de la izquierda.
Daba igual que Podemos hubieran basado su campaña en diferenciarse de los partidos de la “casta”, en el PSOE nunca se lo tomaron demasiado en serio: lo importante era conseguir más representantes de izquierdas que de derechas, a continuación las alianzas para gobernar serían la consecuencia lógica siempre que la aritmética permitiera formar gobiernos de izquierdas.
Pero enseguida en Gijón los representante de Xixón Sí Puede empezaron a dejar claro que no estaban dispuestos a ser meros comparsas del PSOE como siempre lo había sido (y seguía dispuesto a serlo) IU. No les gustaba Foro porque ideológicamente no estaba en su órbita, pero no dejaban de reconocer que con ese partido algo había cambiado en el ayuntamiento y una vuelta del PSOE al gobierno municipal más parecía una vuelta al pasado del que renegaban que el comienzo de la regeneración que habían prometido.
Pronto encontraron una solución al dilema: presentar a su cabeza de lista como candidato a alcalde y pasar el balón al PSOE. Si querían desalojar a la derecha sólo tenían que apoyar la candidatura de XSP.
A partir de ahí, el cabeza de lista del PSOE comenzó a perder los papeles (la prueba más evidente el titular de la entrevista que le hizo La Nueva España el pasado viernes: “Podemos debe elegir entre el hijo de una limpiadora y un obrero o una señora de Somió) y la FSA en vez de imponer cordura sacó a relucir los viejos usos de siempre. Si en Oviedo ellos estaban dispuesto a apoyar a la candidata de Somos Oviedo, por ser la lista (de izquierdas) más votada, para desalojar al PP, cómo era que en Gijón XSP no iba a corresponder.
La solución parecía clara: si no nos apoyan en Gijón nosotros no apoyaremos en Oviedo. La FSA en una clara muestra de no haber entendido nada del terremoto político que se había producido en España en el último año tiró de los viejos mecanismos de siempre, o sea, el cambio de cromos. Su ceguera le impidió ver que esa era la peor opción, porque no dejaba otra posibilidad a XSP que mantener su postura, ya que si cedía al chantaje estaría reconociendo que era igual que los partidos de la “casta”, porque llegado el momento ponían los puestos por encima de todo.
El PSOE, entre tanto, se hundía en su propia retórica porque si era tan importante y necesario desalojar a la derecha de la alcaldía de Gijón, por qué no apoyaban al candidato de XSP, tenían menos votos cierto, pero sólo hay un concejal de diferencia. En Oviedo el argumento resultaba mucho más llamativo, por qué pudiendo por fin desalojar al PP, y habiendo llegado a un acuerdo para hacerlo, no iban a dar su apoyo a la candidata de Somos Oviedo sólo porque en Gijón no se llegase a un acuerdo. ¿Qué es lo importante, entonces, el bien de la ciudad o los puestos de los políticos?
Finalmente la FSA tenía que decidir y decidió lo peor para sus intereses: como no hay acuerdo en Gijón, el PSOE no apoyará en Oviedo.
Javier Fernández, secretario general de la FSA y presidente en funciones del Principado, sin dar ninguna muestra de entender por qué el PSOE había obtenido los peores resultados de su historia tanto en las elecciones al Principado como en la ciudad de Gijón, lo resumió con esta frase: “En Gijón se ha decidido el destino de dos ayuntamientos”. Esta frase debería cubrirlo de oprobio y ser causa suficiente para que los afiliados de su partido lo jubilaran sin demora, en vista de que su liderazgo ha quedado anclado en un tiempo ampliamente superado por los resultados de las pasadas elecciones.
Para colmo, Somos Oviedo dejó en evidencia a la FSA y a su secretario general posibilitando con su voto favorable que el candidato del PSOE consiguiera la alcaldía de Oviedo.
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