Ayer en Twitter, y a raíz del (pen)último caso de corrupción que está en todos los medios, decía que no debíamos conformarnos con que varios sinvergüenzas fueran a la cárcel, porque es un pobre logro y, sobre todo, porque no resuelve nada. No digo que los golfos no deban ir a la cárcel, por supuesto que ése debe ser su destino, pero conformarnos con eso es bajar los brazos, resignarnos, es una especie de colaboracionismo.
Necesitamos una catarsis total. El sistema está podrido y ni los políticos, ni los medios de comunicación van a hacerlo porque, como estamos cansados de ver, sólo truenan contra la corrupción del adversario y son complacientes o cobardes con la propia.
La catarsis tiene que ser provocada por nosotros y, para ello, lo primero que debemos hacer es rearmarnos moralmente y poner nuestro nivel de exigencia donde creemos que debe estar y no ceder ni un milímetro.
Para rearmarnos moralmente es preciso que nuestro comportamiento sea el vivo ejemplo de lo que queremos que sea esta nueva sociedad. Olvidemos los clichés, no pensemos si nos llamarán fachas o progres, si nos dirán que parecemos del Opus o de CCOO, se trata de hacer lo correcto en cada caso y exigir a los demás el mismo comportamiento. Debemos exponer nuestras ideas sin miedo a parecer vehementes o directamente idiotas, aunque nuestros interlocutores nos miren con suficiencia y un poquito de conmiseración y nos digan que las cosas son así, que todos son iguales, que todos hacen lo mismo y que si acabas de caerte de un guindo. Mejor caído de un guindo que con el barro por el cuello.
Tenemos que dejar de ser egoístas o prácticos o, sencillamente, cómodos.
Hay que hacer y hacerse preguntas y actuar de acuerdo con las respuestas y no con la tradición, la costumbre o lo que se espera de nosotros.
¿Por qué has votado a quien quiera que hayas votado en las últimas elecciones?
¿De verdad pensabas que iba a solucionar los problemas de España o de tu Comunidad Autónoma o, al menos, de tu provincia?
¿De verdad pensabas que haría lo que prometía?
¿De verdad pensabas que la corrupción no iba con ellos, que con todos los casos de corrupción que ha habido en todos los partidos que han gobernado en ayuntamientos, Autonomías o el Estado, no volvería a repetirse, no estaba sucediendo ya?
¿No te has preguntado por qué los gobiernos, de cualquier signo, han terminado por indultar a los condenados por corrupción con independencia del partido al que pertenecían?
¿De verdad no te llamaba la atención, no te indignaba, ver que a pesar de la corrupción rampante no se tomaban medidas legales ni de ningún tipo para atajarla definitivamente?
¿No te revuelve el estómago que te digan que son sólo unos pocos y que la mayoría son honrados cuando lo mínimo que se puede pensar de ésos supuestos honrados es que prefieren mirar para otro lado para no perder su posición y no denuncian a sus compañeros corruptos? ¿O que cuando lo hacen el partido les expulsa como si fueran unos apestados?
¿Qué esperabas, entonces, cuando metías tu voto en la urna?
¿No estabas, con tu voto, colaborando con este estado de cosas?
No somos inocentes. No. Hemos dejado que las cosas llegaran demasiado lejos y es el momento de decir ¡basta!
Pero, claro, debemos cambiar nosotros primero, debemos actuar conforme a estas reglas que exigimos: nada de pedir facturas sin IVA o de dar esa opción a nuestros clientes; nada de regatear a nuestros clientes sus derechos o de exigir aquello que sabemos no nos corresponde; nada de apurar condiciones porque sabemos que nuestro interlocutor estás "asfixiado". No escatimar esfuerzos porque nos han bajado el sueldo o aumentado la jornada. ¿No queremos que nuestra empresa salga adelante? Entonces por qué creemos que eso no es cosa nuestra. Nuestros clientes no tienen la culpa de que no estemos a gusto en nuestro trabajo, de que nuestro jefe sea un "cenutrio" o de que no sepamos si seguiremos allí al día siguiente. El cliente no tiene la culpa.
Seamos exigentes con nosotros mismos, tanto como lo somos y vamos a ser con los demás y, a partir, de ahí ni un paso atrás.
Debemos dar la batalla en la honradez, la ejemplaridad y la exigencia porque ahí somos mejores que ellos.
lunes, 21 de enero de 2013
Debemos elevar el nivel de exigencia
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2 comentarios:
De acuerdo con algunas cosas, pero no con otras.
Un ejemplo: Si me autoexijo rendir y dar un nivel correcto y esfuerzo adecuado en mi trabajo, ¿por qué retroceder en mis derechos trabajando más allá de mi horario? ¿acaso desde la parte empresarial se responde de una manera adecuada? Yo empiezo a estar harto de dar ese esfuerzo que predicas y ejemplarizas sin que sea reconocido de ninguna manera. Trabajar sin pensar en si mañana no voy a seguir en la empresa me parece algo totalmente absurdo y digno de alguien que no es consciente de la importancia del capital humano.
Creo que no me he explicado bien. No tienes por qué renunciar a tus derechos y la relaciones con tu empresa son cosa tuya y no es posible generalizar. Es cierto que, en muchos casos, los empresarios se aprovechan de la situación para bajar salarios o derechos, pero a lo que yo me refería es que la empresa es cosa de todos, si va bien quizás no te vaya bien, cierto, pero si va mal te irá mal seguro.
Y, sobre todo, trataba de dejar claro que si una persona tiene problemas en su empresa, eso no tiene que reflejarse en su relación con los clientes. Si yo voy a un restaurante no aceptaré que me sirvan tarde y mal porque el camarero tiene problemas laborales. Es necesario diferenciar, porque, además, de ese camarero habla su trabajo y si me ha atendido mal yo pensaré que es un mal profesional.
Por ejemplo, últimamente he visto funcionarios que atendían al público sin la debida diligencia o con desgana. Yo puedo entender que estén disgustados con los recortes que les han aplicado, pero de ninguna manera puedo estar de acuerdo en que eso deba repercutirme porque el se encuentre a disgusto. En una palabra, no creo que deba "pagarlas" conmigo.
Si no somos ejemplares y exigentes con nosotros mismos, perderemos el derecho a serlo con los demás y en ese terreno, no tengas dudas, llevan las de ganar.
Gracias por comentar.
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