Leer las declaraciones de nuestros
políticos es siempre un ejercicio arriesgado porque, al menos en mi
caso, mi salud corre un serio peligro.
Hoy el diario El Comercio de Gijón nos
ha regalado una entrevista con la Consejera de Educación del
Principado de Asturias.
Esta buena mujer nos deja algunas
perlas de su sectarismo militante. Por ejemplo, dice que le cuesta
creer que el exconsejero Riopedre sea culpable de los delitos que se
le imputan. Quizás porque le cuesta creer es por lo que, según
declara, propondrá a Wert suprimir la asignatura de religión.
Espero que no le cueste multiplicar y proponga también la supresión
de la asignatura de matemáticas.
También dice que algunos colegios
concertados eligen a sus alumnos y que van a investigarlos. Y yo me
pregunto por qué no se ha hecho ya. Por supuesto que deben
investigar a todos los centros que no cumplan con las normas, y los
socialistas pudieron hacerlo durante los últimos 30 años que han
estado en el gobierno, exceptuadas las anécdotas de Sergio Marqués
y Álvarez-Cascos.
Mis hijos han ido siempre a un colegio
concertado y yo no he visto que se seleccionaran los alumnos con
otros criterios que la baremación impuesta por la consejería en
cada momento. He visto, sin embargo, cómo un presidente del
Principado, socialista (y no es por señalar), llevaba a su hijo a un
colegio público que no le correspondía por zona; como tampoco creo
que tuviera puntos por ingresos, ni por familia numerosa, que no lo
es, pues me gustaría saber el criterio de ese centro para admitir a
su hijo, al cual, en más de una ocasión vi llegar al cole en el
coche oficial de su papá presidente-socialista.
Pero claro, supongo que a la Consejera
de Educación también le costará creer esto. En cambio, es más
fácil creer y, sobre todo, seguir lanzando sospechas sobre los
colegios privados concertados, porque de alguna manera hay que
desviar la atención o, llegado el caso, explicar, por qué un alumno
de la red concertada le cuesta a la administración la mitad que un
alumno de la red pública.
Nuestros políticos gobiernan guiados
por sus prejuicios e iluminados por su propia incompetencia y han
logrado que en treinta y cinco años de democracia el estado central,
todas y cada una de las autonomías y los principales ayuntamientos
del país estén en la más completa ruina, sin citar a los casi seis
millones de parados, éxito indiscutible de sus acertadas políticas
educativas y económicas. Supongo que a la Consejera de Educación
también le costará creer estas rotundas afirmaciones, por lo que,
si fuera el caso, le sugiero que hable con alguno de los más de cien
mil parados de Asturias; es más que probable que cualquiera de ellos
consiga derribarla del caballo en su particular camino de Damasco
que, por ahora, la conduce con fortuna por el proceloso mundo de los
cargos políticos.
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