sábado, 25 de enero de 2014

Coca Cola y la reforma laboral

Si nuestro gobierno fuera digno de tal nombre y tuviera como principal fin el bienestar de los españoles, en lugar de comportarse como un pollo sin cabeza, se habría dado cuenta de que la reforma laboral, de la que se muestra tan orgulloso, está teniendo efectos perversos. Desde el pasado año son las empresas con beneficios y sin ningún problema de viabilidad las que están aprovechando no la facilidad (siempre fue muy fácil despedir), sino lo barato que resulta hacerlo con la excusa de la disminución de ventas o por necesidades organizativas.
Así vemos que empresas como Tenneco o la embotelladora de Coca Cola en España, Portugal y Andorra, despiden a los trabajadores por cientos.
Ésta es la magnífica reforma del PP que iba a permitir que las empresas se adaptasen a las circunstancias del mercado sin tener que despedir a los trabajadores.
Entre tanto, la crisis que pensábamos que nos enseñaría algo a todos, sólo nos lo ha enseñado a los de siempre. Algunos le han visto las orejas al lobo y otros han visto las oreja, los dientes y el lobo entero. Otros muchos han sido comidos por el lobo.
En cambio, hay muchas personas que no han aprendido nada y siguen como si tal cosa. Son los despedidos e indemnizados de Cajastur que el mismo día son nombrados consejeros de Liberbank con una retribución de 100.000 Euros al año y, como la codicia es insaciable, cobran la prestación por desempleo. Ahora dicen que van a donar este importe. ¿Se vale? Como decíamos de niños cuando jugábamos, ¿se vale cobrar el paro aunque se trabaje y luego decir que lo vas a donar? Porque si es así, yo me apunto.
El stand de Paradores en Fitur de este año ha costado el 46% más que el del año pasado y ha alcanzado la bonita cifra de 120.000 Euros. El precio de un piso modesto para un pabellón que ha estado instalado una semana en Fitur.
No basta una crisis de proporciones extraordinarias como la que estamos viviendo para terminar con el patio de Monipodio en el que han convertido a nuestro país políticos, sindicalistas, banqueros y empresarios sin escrúpulos.

domingo, 19 de enero de 2014

La desesperante política española y Gamonal como síntoma

La política española es nauseabunda. El gobierno se empeña en seguir recortando derechos sin ningún sentido como un jardinero enloquecido manejando las tijeras de podar. Uno de los últimos recortes es el que quita el derecho a la sanidad pública a los españoles que residan en el extranjero más de tres meses. Con esta medida el gobierno castiga a los españoles que deben salir de su país a buscar un trabajo que aquí no pueden conseguir porque nuestros gobernantes nos han hundido en una crisis sin precedentes de la que no tienen la menor idea de cómo salir.
¿Por qué no quitan el derecho a la sanidad pública a los imputados en casos de corrupción? Es una pregunta retórica, todos sabemos por qué no toman ninguna medida contra la corrupción.
Asturias no es ninguna excepción en el páramo nacional. El gobierno autonómico no ha sido capaz de sacar adelante los presupuestos, por lo que en 2014 deberá gobernar con los presupuestos de 2013 y hacer algunos apaños con créditos extraordinarios. Cuando más necesarios son unos presupuestos que combinen las ayudas a los que están resultando más perjudicados por la crisis con las inversiones necesarias para tratar de reconducir la misma, nuestros políticos se miran el ombligo y el PSOE prefiere mantener una ley electoral que les favorece aunque para ello pierdan los apoyos para sacar adelante los presupuestos. Lo primero es lo primero y, desde luego, no es el bien común.

Gijón, la ciudad más poblada de la región, también tendrá los presupuestos municipales prorrogados porque el PP ha puesto como condición para apoyarlos una reducción del IBI que, a estas alturas, sería ilegal, puesto que ya estaba aprobada la ordenanza fiscal para 2014.
El PP cree que la política es un juego en el que todo vale. Ha enviado a negociar con la alcaldesa a una señora que no es concejal y a la que no ha permitido finalmente alcanzar un acuerdo. Entre tanto, los concejales del PP que fueron en la lista que se votó en las pasadas elecciones parecen ser unos comparsas que nada tienen que decir. ¿Qué hacen ahí? ¿Para qué están? ¿No tienen ni un ápice de dignidad?
Los políticos, que siempre que les interesa se llenan la boca con palabras como democracia, legitimidad, representación, mandato, etc. han convertido el medio que debe ser la política en un fin. El fin formado por sus intereses personales, y hace tiempo, demasiado tiempo, que han dejado de lado lo que debería ser su objetivo prioritario: el bienestar de los ciudadanos que les han votado, a los que deberían representar y que son quienes les pagan el sueldo.
Han convertido la política en retórica, creyendo que el chascarrillo y la finta dialéctica son la sublimación de su tarea. Nos movemos entre pillos que se apropian del dinero de nuestros impuestos e inútiles que son incapaces de tener una sola idea que contribuya a arreglar alguno de los numerosos problemas que abruman a sus representados.
Por eso resultaría gracioso si no fuera grotesco verlos con la boca abierta ante los sucesos del barrio de Gamonal en Burgos, escandalizados ante las protestas de los vecinos. Son incapaces de hacer un análisis de los hechos y, ayudados por los medios de comunicación que resultan unos excelentes palanganeros del status quo, se limitan a descalificar a los manifestantes poniendo el acento y el punto de mira en los excesos (que sin dunda ha habido) y tratando de convencernos de que antisistemas de otras ciudades han ido a pescar en río revuelto.
Deberían darse cuenta de que Gamonal es un síntoma. Es el grano purulento que rasga la piel y por donde asoma el pus que delata la infección interna del organismo.
Los políticos llevan a años regando las calles con gasolina; deben ser muy prudentes usando las cerillas.

domingo, 12 de enero de 2014

La España de las maravillas

Vivimos tiempos extraños en un país que, de continuar así, pronto parecerá un remedo del que visitó Alicia. Lamentablemente aquí no encontraremos a los personajes con los que tuvo que tratar la protagonista de Lewis Carroll, pero tenemos otros personajes igual de estrambóticos.
El molt honorable president de la Generalitat de Catalunya acaba de afirmar que “estamos a medio camino hacia el infinito”. ¡Qué grande, el molt honorable president! ¡A medio camino hacia el infinito! Estar a medio camino hacia el infinito es tanto como decir que ya se ha alcanzado el infinito, porque la mitad de infinito es infinito; pero como el infinito es por definición inalcanzable, ¿adónde cree haber llegado el sr. Mas? Es posible que con ese apellido ya se tienda a decir sandeces infinitas.
En otra de nuestras Comunidades históricas (siempre me pregunto qué será, Asturias, por ejemplo, si no es histórica; ¿quizás protohistórica?), el PNV (partido que gobierna en el País Vasco) y EH Bildu (simpáticos simpatizantes con el mundo más oscuro de esa sociedad) convocaron una manifestación en Bilbao bajo el lema “derechos humanos, acuerdo, paz” (disculpen que no lo ponga en vasco, pero si no se entiende en español, no creo que ayude nada ponerlo en otra lengua). Esta manifestación a la que, según los medios, acudieron cien mil personas, era, por lo que se ve, en apoyo a los presos de ETA y en ella se corearon consignas en su favor. ¿En qué apoyan a los presos? ¿Desean que los dejen en libertad ahora que ya dicen entender que lo que han hecho está mal? ¿Deberíamos aplicar ese mismo rasero a todos los presos del país que asumieran públicamente que el delito por el que les han condenado es algo que no se debe hacer? ¿O lo limitamos sólo a los que hayan asesinado a sangre fría con un tiro en la nuca o una bomba bajo un coche?
Si en una sociedad hay tantas personas que apoyan a los miembros de una banda terrorista quizás, en vez de convocar manifestaciones, los gobernantes deberían encargar un estudio sociológico en profundidad que les diera las claves para conducir a sus habitantes por caminos menos tortuosos.