domingo, 30 de diciembre de 2012

Cambiando el futuro

Los últimos días del año acostumbramos a hacer planes para el año nuevo. Queremos cambiar las cosas que no nos gustan y pensamos que la fecha mágica del 31 de diciembre puede marcar la frontera: adelgazar, aprender inglés, acudir al gimnasio con regularidad... En definitiva, pretendemos ser mejores, pero no nos proponemos cambiar; por eso, a las pocas semanas todos los buenos propósitos están olvidados y con ellos nuestra ropa de deporte, nuestros libros de inglés y los menús de la penúltima dieta.
Y es que, como decía Einstein, no se puede conseguir nada distinto si seguimos haciendo las mismas cosas. Pero nos empecinamos en cambiar las cosas sin cambiar nosotros mismos y así es muy difícil, porque los milagros, aunque existen, no se prodigan, y menos en nuestras atareadas vidas en las que no damos ocasión a que se produzcan.
Yo no sé si seré capaz de cambiar y renacer con 2013 como una persona distinta y mejor, pero sí pretendo que este blog cambie.
Creo que todos sabemos de sobra de quien es la culpa de esta crisis que nos asola y que dura ya más de cinco años y que no tiene perspectivas de finalizar en el próximo año, por más que Rajoy siga hablando por hablar, sin un solo dato cierto o medida que puedan respaldar sus palabras.
También sabemos o deberíamos saber que no conseguiremos nada repitiendo machaconamente que la crisis es culpa de los políticos y que son ellos los primeros que deberían sufrir los recortes que nos imponen a los demás. No conseguiremos nada porque la atribución de culpas es estéril si los culpables, como es el caso, no van a asumir sus responsabilidades y porque tampoco tomarán ninguna medida que suponga la pérdida del menor de sus privilegios.
¿Quiero decir con esto que no podemos hacer nada y que debemos resignarnos ante este catastrófico estado de cosas? No, en absoluto. Lo que pretendo decir es que no podemos emplear tiempo y esfuerzos inútilmente.
No podemos cambiar a los políticos actuales. No podemos conseguir que Rajoy o Rubalcaba dejen de ser como son porque siendo como son viven muy bien y están donde quieren estar, en el gobierno o en la oposición, pero siempre viviendo a nuestra costa y, cuando la situación lo requiere, gobernando en nuestra contra.
Podríamos cambiarlos en las próximas elecciones, podría argumentar alguien. Cierto, pero las próximas elecciones no se celebrarán hasta dentro de unos años y, además, los partidos políticos volverán a poner a los mismos, aunque sus caras y sus nombres puedan ser diferentes en algunos casos.
Pero, es cierto, debemos cambiarlos cuando tengamos la ocasión de votar, sí, aunque, hasta entonces, tenemos mucho trabajo por delante.
Lo primero que debemos hacer es cambiar. Cambiar nosotros, cambiarnos a nosotros. Cambiar nuestra forma de pensar, de enfocar los problemas, de analizar las situaciones, de buscar las soluciones.
Yo comienzo ahora. Comienzo con este post que será el último de 2012 y el primero de 2013. Comienzo modestamente, cambiando el nombre del blog, que pasará a llamarse "Cambiando el futuro".
El comienzo es modesto y el nuevo nombre del blog pretencioso. Cierto. Pero estábamos en que debíamos cambiar, y como primer cambio no está mal ser un poco ambiciosos y plantearnos metas que estén unos metros por encima de nuestras cabezas.
Pero, claro, no será el nombre del blog lo único que cambie. No. Cambiará el enfoque, cambiarán los asuntos de los que escribiré o la forma de enfocarlos. Nada de darle vueltas a la noria de lo mal que estamos (que lo estamos, no me he vuelto loco) y de qué mal lo han hecho nuestros políticos (que lo han hecho y continúan haciéndolo fatal). Eso, como decía al principio, no conduce a ningún sitio, salvo al pesimismo y la inacción. Se acabó, me olvidaré de los políticos en cuanto sean causantes de problemas y sólo hablaré de ellos cuando crea que son parte de la solución. Así que hablaré muy poco de los políticos. A ellos no les importará y yo viviré más tranquilo.
¡Dios mío! ¿De qué hablaré, entonces?
Ya encontraré temas que nos aporten soluciones o, al menos, buenos ejemplos: de superación, de esfuerzo, de creación, de investigación... De lo que realmente cambia a las sociedades y a las personas. En definitiva, de las cosas que son realmente importantes. Para hablar de tonterías que no aportan nada, más que confusión y cabreo, ya están los políticos y los tertulianos sabelotodo que se dedican a aplaudir o vapulear a los políticos , tengan o no razón, según el bando al que pertenezcan
Si alguien me lee y cree que puede colaborar, queda desde ahora mismo invitado a enviarme sus artículos y, si están en la línea de cambio que he tratado de explicar más arriba, serán publicados con el nombre, seudónimo y perfil que el autor desee.
Comienza una nueva etapa, no sé si tendré más lectores o perderé los pocos que tenía, pero es mi apuesta personal. No podemos cambiar el presente, porque el presente es el resultado de nuestro pasado, así que hemos de trabajar para cambiar el futuro; el nuestro y el que vamos a dejar a quienes nos siguen. Tenemos la responsabilidad de hacer para ellos un mundo mejor, como hicieron con el suyo los que nos precedieron.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Reforma educativa

Como tantas otras cosas en España, y no baladíes precisamente, el sistema educativo ecesita una profunda reforma para que pueda formar alumnos preparados para atender las demandas de la sociedad actual. Los niños y jóvenes que ahora están en las escuelas o institutos deben recibir una buena formación que les permita construir carreteras, edificios, curar nuestras enfermedades, escribir obras literarias, arreglar nuestros electrodomésticos o reparar ese grifo que gotea.
Pero, sobre todo, de las aulas deben salir personas en el más amplio sentido de la palabra, comprometidas con la sociedad y que sepan ver más allá de su propio interés personal. Personas que crean en un mundo más justo y dispuestas a colaborar para que así sea.
En estos momentos, cuando se está planteando la enésima reforma educativa, los ciudadanos de a pie contemplamos perplejos cómo, también por enésima vez, los políticos hablan de lo suyo, de lo que creen que les puede dar (o quitar) votos: las lenguas cooficiales, la religión, la ideología, etc. Por otra parte, los sindicatos de la enseñanza, que deberían tener un discurso técnico y deberían reivindicar las carencias que encuentran en su devenir diario, mantienen el mismo discurso que los políticos: volvemos a un sistema predemocrático, franquista, discriminador, ideologizado, etc.
¿Dónde están las necesidades curriculares que los profesores y maestros creen mal atendidas por el actual modelo? ¿Dónde recogen las necesidades materiales (profesores de apoyo, nuevas tecnologías, formación del profesorado para adaptarse a una tecnología que avanza a la velocidad de la luz?).
Nada de eso parece importar a los que se arrogan la defensa de la enseñanza pública, los cuales parecen más interesados, por no decir sólo interesados, en la defensa de los partidos de su misma ideologia o en el desgaste del adversario político. Por eso se hacen y modifican la leyes de educación sin solución de continuidad, mientras la calidad de nuestra enseñanza se deteriora sin remedio.
Nuestros políticos, empeñados en llevar su influencia a todos los ámbitos de la sociedad han logrado hacer de cualquier problema (real o inventado)  una controversia política, llevando todas las discusiones al ámbito ideológico e impidiendo con ello las soluciones técnicas de los asuntos.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Cuando el gobierno es nuestro enemigo


Cuando aún faltan unos días para que se cumpla un año desde su toma de posesión, el gobierno de Rajoy ha alcanzado un grado de impopularidad que va más allá del que le podrían haber granjeado las medidas anticrisis que todo el mundo suponía tendría que adoptar cuando hubiese llegado al poder. A esa impopularidad hay que añadir una gran desconfianza y una total falta de credibilidad.
Visto lo ocurrido con el PSOE, si esto sigue así, es muy probable que en las próximas elecciones el PP se convierta en un partido minoritario con una representatividad similar a la que tuvo en sus orígenes, cuando se llamaba Alianza Popular. Y se lo habrán ganado a pulso Rajoy, su gobierno y los miembros más destacados del partido.
El conflicto de la sanidad de Madrid es de tal magnitud y su repercusión en el resto de España tan grande, que el gobierno central haría mal en considerarlo solo como un problema dentro del ámbito de esa Comunidad Autónoma.
Este conflicto se entiende menos si tenemos en cuenta que la Comunidad de Madrid era la muestra de la supuesta buena gestión del PP, el ejemplo de cómo ellos podrían sacar a España de la crisis cuando alcanzaran el gobierno de la nación. Por eso ahora nos preguntamos los que vivimos fuera de Madrid, y supongo que buena parte de los madrileños, por qué de repente imponen el euro por receta (como en la quebrada Cataluña) o la privatización de la gestión de la sanidad pública como ya hiciera la quebrada Comunidad Valenciana en los tiempos de bonanza.
Los jueces, abogados, procuradores y resto del personal relacionado con la Justicia están en contra de las medidas de Gallardón, quién no ha dado un solo paso para mejorar la calidad y rapidez de la justicia española, pero si se ha dado mucha prisa por establecer tasas judiciales que ponen en peligro la tutela judicial efectiva de una amplia capa de la población, sin que esté claro que vayan a suponer ninguna mejora en el funcionamiento de un sistema judicial escaso de medios materiales y personales, del que, además, se le eliminan miles de jueces sustitutos sin que se convoquen oposiciones para que nuevos jueces de carrera puedan ocupar esas plazas.
Los defensores del gobierno argumentarán que la oposición a estas medidas obedece al corporativismo, pero es difícil sostener ese argumento si se analizan las razones de los distintos grupos de profesionales (de todo el espectro ideológico) afectados por las medidas en contraposición con las que aporta el ministro del ramo.
Otra de las medidas de Gallardón, la penúltima, ha sido dar las competencias del Registro Civil a los registradores de la propiedad y mercantiles, con lo cual, servicios hasta ahora gratuitos y muchos de ellos obligatorios estarán sujetos a los aranceles de los registradores. ¿Alguien se puede creer que esta medida disminuirá notablemente la carga de los juzgados? ¿No será más bien una medida encaminada a compensar la caída de ingresos de los registradores de la propiedad que, debido a la crisis, ¡los pobres!, ya no tienen ingresos millonarios como años atrás?
Hoy leo en la prensa que los rectores de las universidades públicas también están en contra de la reforma del ministro Wert y, como en el caso de la justicia, o de la sanidad, pertenecen a todo el arco ideológico, para consternación de los que no saben interpretar la realidad si no es desde la dualidad izquierda/derecha, PSOE/PP.
El gobierno tiene serios problemas y no son solo derivados de la terrible crisis económica que asola el país, ni mucho menos. Las personas son lo suficientemente maduras, y si no lo son la realidad les ha pasado por encima como una apisonadora, para saber que en situaciones excepcionales es necesario adoptar medidas igualmente excepcionales, pero la mayoría de la muy mayoritaria clase media está llegando al convencimiento de que el gobierno se está dando mucha prisa en adoptar medidas que tienen escaso efecto para paliar la crisis, pero que obedecen a su forma de entender la sociedad: sólo tienes derechos si te los puedes costear y es preciso alimentar intereses privados antes que mejorar la gestión y la eficacia de los servicios públicos.
Otra de las convicciones que el gobierno ha llevado al ánimo de los ciudadanos es que no tienen ningún interés en acabar o ni tan siquiera recortar los enormes privilegios de una clase política hipertrofiada que hasta ahora capea la crisis con mucho menos esfuerzo que el común de los contribuyentes.
Llevar a cabo todas las medidas que dijeron que no tomarían ha conseguido que la gente ya no crea ninguna afirmación del gobierno. Éste es el gran problema de mentir: cuando las mentiras se ponen de manifiesto deja de haber razones para seguir creyendo que ahora no estén mintiendo de nuevo.
Tampoco se puede dejar de lado el hecho de que, en este último año, los que repitieron hasta la saciedad que ellos sabían qué hacer y que su llegada al gobierno sería el primer paso para salir de la crisis, no solo no han conseguido aminorar ni gramo el peso de la misma, sino que éste ha aumentado considerablemente.
El gobierno del PP no ha tomado ni una sola medida de apoyo a los más afectados por la crisis, al tiempo que tampoco ha querido adoptar ninguna que haga recaer un mayor esfuerzo en los más favorecidos de nuestra sociedad.
La crisis está llevando a la descomposición de la clase media de nuestro país y las medidas del gobierno acentúan su desestructuración. Puede resultar muy peligroso que amplias capas de la población terminen viendo como un ataque personal y directo (que lo es) esas medidas que están desmantelando unos sistemas de protección social que creían sólidamente asentados.
El gobierno juega con fuego y haría bien en detenerse un momento en estas próximas fiestas navideñas, tan propicias para la reflexión, para pensar si el camino que han emprendido no es demasiado peligroso, si no para nosotros, que seguramente les trae sin cuidado, sí para ellos, ya que mientras sigamos teniendo derecho al sufragio (y siga siendo gratis, Gallardón mediante), lo usaremos para desalojarlos del poder que recibieron para solucionar nuestros problemas y que están utilizando en nuestra contra.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Es la ideología, idiota


La penúltima de Gallardón es la privatización del Registro Civil. No es que lo vaya a gestionar una empresa privada, es que ahora el peor ministro de justicia de la reciente historia de nuestro país lo ha adjudicado a los registradores de la propiedad, con lo que por los trámites ante el registro civil, que hasta ahora eran gratuitos, habrá que abonar los derechos arancelarios de los registradores: inscripciones de nacimiento, matrimonio, defunción, fe de vida, certificado de defunción, etc. ya no serán gratuitos.
Supongo que ahora nos dirán que lo gratis no se valora y que la gente se dedicaba  hacer inscripciones en el registro y a pedir fes de vida por diversión.
Tasas judiciales para los particulares, fin de la gratuidad del registro civil, aumento de los impuestos indirectos (IVA), de los directos (IRPF), aumento del copago de los medicamentos, supresión de servicios públicos, eliminación de profesorado, de personal sanitario, eliminación de ayudas a la dependencia, aumento de las tasas universitarias...
Ni una sola medida que haga contribuir más a los que más tienen.
Ni una sola medida que sirva para mejorar la situación económica.
Es la ideología, idiota.